viernes, 1 de octubre de 2010

Astrología esotérica para la navidad



Astrología esotérica para la navidad


La filosofía rosacruz nos enseña que el Universo es vibración, una
vibración con ritmo y que compone ciclos innumerables en forma espiral.

Existe un ciclo anual de la mayor importancia si somos capaces de fijar
nuestra atención en él y sintonizarnos con los acontecimientos cósmicos.

Desde septiembre el rayo crístico entra en la Tierra y la vivifica, con un
punto culminante en la navidad, cuando Su descenso a nuestro
comparativamente inerte planeta se hace completo. Como las energías
liberadas en la navidad se extienden a las semanas siguientes, estamos en
un momento excelente para meditar sobre todas estas verdades espirituales.

Los ciclos cósmicos tienen su escritura en las estrellas, auténtico
mapa de la evolución de la oleada de vida humana, a la vez que fuerzas
activas en la misma, pues las vibraciones de los planetas y constelaciones
nos bañan constantemente. Por si fuera poco, encierran las claves del
desarrollo espiritual de cada individuo. La venida de Cristo en navidad
simboliza también el modo en que el Cristo interno nace en el aspirante
cuando llega el momento, si bien estos días son especialmente favorables
para acercarnos al Yo superior.

Un horóscopo contiene el mapa del cielo visto desde un punto de la
Tierra. El cielo se mira desde ese punto hacia el Sur, de modo que el Este
queda a la izquierda, coincidiendo con el lugar del Ascendente. El Oeste
queda a la derecha, en el lugar de la casa 7ª. De esta forma, a medianoche
el sol siempre se encuentra en el punto más bajo, en la cúspide de la casa
cuarta. A continuación analizaré la posición del sol en la medianoche del
solsticio de invierno.

Consideremos ahora el Zodiaco intelectual en esa noche singular.

Sucederá invariablemente para cualquier punto del planeta que en el
horizonte oriental, el cual coincide con el Ascendente, termina de salir el
signo de Virgo. Entendemos así que el nacimiento místico hacia el que nos
orienta la astrología esotérica conlleva un servicio laborioso y abnegado
(signo de tierra), en condiciones muy concretas y guiado por el
discernimiento de un signo mental (Mercurio rige a Virgo). La espiga de
trigo que forma parte del símbolo de este signo crece sólo con atención
continuada. La fuerza creadora de Virgo procede de su pureza. Una pureza
definida por su disposición a abrirse y darse, por el olvido de sí misma, que
en nuestra cultura se plasmó como arquetipo femenino. El servicio que
encarna Virgo es posible por el aspecto sumamente impersonal de sus
vibraciones. Fijémonos en el regente: La mitología griega presenta a
Mercurio como el mensajero de los dioses antes que impulsor de sus
propias iniciativas. Al igual que la Luna, refleja la luz de otros planetas
antes que imponer una vibración específica. Por eso es el planeta de la
comunicación y de la comprensión. Una comprensión imprescindible para
recorrer el recto sendero iniciático simbolizado en el caduceo. Virgo recoge
parte de esa cualidad, incrementada por su carácter de signo común. Así,
por no afirmar su color del mismo modo que otros signos, puede reflejar
otra luz más sublime. Tenemos el ejemplo en las palabras de María al
Ángel anunciador: “Hágase en mí según tu palabra”.

El Sol significa el espíritu interno, el rayo espiritual directo. ¿Qué
podemos observar en estas fechas? Que el Sol transita el signo de
Capricornio en el Zodiaco intelectual cuando llega la navidad. En la
astrología mundana Capricornio representa al hombre en su dimensión
social, así como la justicia y las normas que rigen la vida colectiva. Si
vamos más allá en el simbolismo navideño, hallaremos una gran riqueza de
significados. La constelación de Capricornio es el hogar de la oleada de
vida arcangélica. Estos elevados seres auxilian a la humanidad en
desarrollo hasta que sea completamente capaz de guiarse por sí sola. Su
vehículo más denso es el de deseos; son maestros en el manejo de la
materia de dicho mundo, análogamente a como nosotros estamos
adquiriendo maestría sobre la materia del mundo físico. Su labor específica
con nosotros es la tutela de las naciones y los diferentes grupos que se van
diferenciando en la sociedad. Su trabajo, por tanto, es desde fuera y de
carácter colectivo.

Uno de los arcángeles creció espiritualmente hasta fundirse con el
segundo aspecto del Dios creador del sistema solar, el principio Sabiduría.

Lo reverenciamos con el nombre de Cristo y entre todas las huestes
celestiales es el mejor situado para ayudar a la humanidad degenerada a
recuperar su sendero evolutivo ascendente trabajando desde dentro del
planeta. Así que el nacimiento cíclico del niño Dios en la Tierra coincide
con el Sol espiritual en el signo de Capricornio, el signo de los arcángeles.

Ellos han superado las tendencias egocéntricas y negativas del cuerpo de
deseos y sólo cultivan lo que de positivo hay en él. Por eso ocupan su lugar
glorioso entre los dioses. Dan sin esperar recompensa, sin cálculo,
simplemente porque es su naturaleza comportarse así.

¿Qué significa todo esto para la oleada de vida humana? Que la
iluminación cristiana es un proceso interno pero no independiente. El
desarrollo espiritual no puede guardarse para uno mismo; ha de ser puesto
al servicio de todos en un acto de genuino amor según el rayo de Urano, sin
descanso ni consideraciones personales hasta ver materializado el bien
común. A este ideal responde mejor el que trabaja en el mundo, cultivando
el jardín de su alma al tiempo que mantiene una actividad externa positiva.

Este es el sendero que propugna la Fraternidad Rosacruz, pues
consideramos pasados ya los días en que el aspirante espiritual se aislaba
del mundo para concentrarse en su búsqueda interior. Acuario se aproxima
y nuevas formas de servir y crecer se abren paulatinamente ante nosotros.

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Luis A. Blanco


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