sábado, 31 de diciembre de 2011

LOS DOCE DÍAS SANTOS




CAPÍTULO III 

LOS DOCE DÍAS SANTOS 

Introducción 

Ordinariamente, se cree que el 25  de Diciembre, celebrado como la 
Navidad, concluye el festival espiritual de la estación solsticial del medio 
invierno. No es cierto. Sólo marca el comienzo o entrada en un período de 
profunda significación. Este período es el intervalo de doce días entre la 
Navidad y la Duodécima Noche, días que abarcan el corazón espiritual del 
año siguiente. Estos doce días han sido denominados, muy acertadamente, 
“el Santo de los Santos del año”. 

Este trabajo ha sido proyectado para  los estudiantes implicados en los 
Misterios Cristianos, con el fin de asistirles, colocándolos más en armonía 
con las doce fuerzas zodiacales liberadas sobre la tierra durante ese tiempo. 
Cada Día Santo se halla bajo la directa supervisión de una de las doce 
Jerarquías Zodiacales, cada una de las cuales proyecta sobre el Planeta un 
prototipo de cómo será el mundo cuando el trabajo combinado de todas 
ellas se complete. Igualmente, los  doce discípulos están correlacionados 
con estos Doce Días Santos, como lo están los doce centros espirituales a 
través de los que operan las doce fuerzas sobre el cuerpo-templo del 
hombre. 

El estudiante serio hará, por tanto, uso de este  Período Sagrado, 
visualizando el perfecto trabajo de las Jerarquías a través de los centros 
internos de su cuerpo con los que aquéllas estén sincronizadas. Si tiene fe y 
persiste, año tras año, en este elevado empeño, no puede dejar de recibir la 
justa compensación en forma de gran desarrollo espiritual. 

Desde el tiempo del Solsticio de Invierno, cuando la luz de Cristo penetra 
en el corazón de la Tierra, el planeta es barrido por poderosas radiaciones 
solsticiales que continúan, aunque algo reducidas, a lo largo de los Doce 
Días Santos. Durante este tiempo, las actividades en los planos internos son 
muchas y maravillosas. La primitiva iglesia cristiana concluía su ministerio 
esotérico en la mística Noche Duodécima con el Rito del Bautismo, una de 
sus más elevadas Iniciaciones. Los  neófitos modernos, que han obtenido 
Iluminación, saben que entonces es posible entrar en comunión con seres  
 divinos y con el Señor de la Luz. Fue una experiencia tal la que inspiró el 
Evangelio de San Juan, frecuentemente conocido como “el Evangelio del 
Amor”. 

En la oscuridad exterior de la era presente, el hombre ha perdido contacto, 
hace mucho tiempo, con la Luz de Cristo y con estos días de renovación 
espiritual. 

Mediante los dolores del alma, por  los que está ahora pasando, está 
destinado a encontrarlos de nuevo y a convertirlos en una parte esencial de 
su vida diaria y de su consagración anual. Ojalá la presente obra sirva para 
tal fin. 


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