viernes, 8 de septiembre de 2017

Argentina astrológica (III): instituciones, economía y un juez de NY

Argentina astrológica (III):  
instituciones, economía y un juez de NY
Alejandro Lodi


(Septiembre 2015)

(Viene de “Argentina astrológica (II): los caudillos y las leyes”).


Con cada tránsito de Saturno sobre su Ascendente en Libra (cada 29 años), Argentina inicia un proceso de estructuración, de construcción de institucionalidad: se imprime solidez a las reglas de convivencia, se renueva el vínculo con la ley, se recrean acuerdos sociales, emerge un marco objetivo (o que pretende serlo) que todos se comprometen a respetar más allá de las posiciones subjetivas. Se instaura una realidad acordada, ya sea de modos consensuados o prepotentes. Es un momento propicio para construir un modelo de sociedad, para definir los términos y condiciones sobre los cuales la comunidad nacional habrá de funcionar durante todo el ciclo de 29 años.

Como Ascendente en Libra, ese modelo que comienza a estructurarse tiene que ver con las relaciones sociales, internas y externas. Cómo nos tratamos entre nosotros mismos, cómo organizamos nuestras diferencias, cómo nos vinculamos con las demás naciones y qué posición asumimos en el mundo.

Pocos años después, Saturno ingresa a la casa II, es decir a la fase II del ciclo que se había iniciado con el cruce del Ascendente. En todo tránsito por casa II adquiere sustancia lo que se ha inaugurado con el tránsito por la casa I. En la fase II cobran consistencia material las aspiraciones generadas en fase I. El impulso del comienzo (tránsito por casa I) debe ajustarse a las posibilidades que ofrece la realidad concreta (tránsito por casa II). La visión que animó el inicio del ciclo es puesta a prueba en sus condiciones de realización: se ve afirmado o frenado. Es un momento pragmático en el que comienzan a plasmarse los ideales del comienzo, las ilusiones que encendieron el principio, o se corrobora -con amarga frustración- la subestimación de los recursos para hacerlas viables.

Durante el tránsito por casa II, el ciclo de estructuración saturnina se afirma, si lo anhelado coincide con lo real. O retrocede, si la aspiración no se ajusta a lo posible.


Aprender Libra: tres experiencias colectivas

¿Cómo hemos vivido, los argentinos, el pasaje de fase I a fase II en los últimos tres ciclos de Saturno? ¿Cómo respondió nuestra comunidad a ese particular momento de sus ciclos de estructuración institucional?

Las fechas de inicio de esos procesos (Saturno en tránsito sobre el Ascendente en Libra) son 1952, 1982 y 2011.

El ciclo de estructuración de 1952-1953 se inicia con la segunda presidencia de Perón.


El intento de la “patria peronista”. Una refundación nacional a partir de la cual se logre que la totalidad de la sociedad responda a los anhelos de una fracción. Tiempos de confrontación y polarización. Con el golpe de 1955, el proceso saturnino ingresa a su fase II (Saturno transita la casa II), cobra sustancia y queda condicionado por una fatal e irreversible división: Argentina será peronista o antiperonista. Aquel anhelo de la “patria peronista” (tránsito por casa I) queda frustrado por la realidad manifiesta (tránsito por casa II). Y se genera la ilusión de afirmar allí la ocurrencia opuesta: la “patria anti-peronista”. En definitiva, lo que termina estructurándose en ese ciclo de Saturno es el desencuentro, la violencia política, la división social.

En 1982-1983 Saturno cruza nuevamente el Ascendente en Libra de Argentina. Esta vez, junto con Plutón. Se inicia, al mismo tiempo, un ciclo plutoniano (el primero) y un ciclo saturnino (el sexto) en nuestra historia. En sincronicidad, un ciclo de liberación de potencialidades y regeneración (Plutón) y un ciclo de institucionalización (Saturno) dan inicio en el momento de agotamiento de la experiencia violenta más oscura y del retorno a la democracia.


La posibilidad de reparar aquel –literal- fratricidio (ciclo 1952-1982), de inaugurar una era de convivencia democrática, se abre con el nuevo ciclo de 1982. Allí creímos haber superado ese pasado de discordias. Sin embargo, también ese ciclo de estructuración debía demostrar su capacidad de afirmarse en la realidad. También ese ciclo tendrá su fase II.

El comienzo épico de 1983 (la “primavera democrática”) tiene su momento de tensión durante el tránsito de Saturno por casa II. Con el Juicio a las Juntas Militares y a la cúpula de las organizaciones revolucionarias armadas, con un gobierno radical en convivencia con una oposición peronista, con el acuerdo de paz con Chile, la posibilidad de una democracia madura parecía afirmarse. No obstante, en el año 1987, durante el último recorrido de Saturno por casa II, sobreviene el alzamiento militar de los “carapintada”. La aspiración inicial se frena, el idealismo cobra pragmatismo. El conflicto entre la ética de la responsabilidad y la ética de los principios. El mismo presidente que impulsara los juicios de la verdad plantea ahora los límites de la “obediencia debida” y la necesidad de un “punto final”.

Y aquí llegamos al presente: en 2011-2012 Saturno transita el Ascendente en Libra y se inicia un nuevo ciclo de estructuración institucional.


Es el momento de preguntas incómodas. ¿Qué clase de vínculos sociales comenzamos a forjar con el nuevo ciclo de Saturno? ¿Qué modo de convivencia, de reconocimiento mutuo en nuestras diferencias, hemos comenzado a construir desde 2011? Cuesta ser optimista. Resulta evidente que se ha instalado la división y el desprecio por el otro. La lógica de la guerra (el otro es un enemigo) domina nuestras relaciones sociales.

Sincrónico al segundo mandato presidencial de Cristina Fernández, estimulado por el 54 % obtenido en las elecciones, con 35 % de diferencia respecto al segundo, se instaura el “vamos por todo”. El anhelo de conquista de los poderes del Estado: verticalismo personalista y exaltación del liderazgo providencial en las decisiones del Ejecutivo, dominio absoluto del Congreso, control sobre la Justicia (el llamado “proyecto de democratización”). Y el intento de concentración hegemónica de los medios de comunicación, denunciando las voces disidentes u opositoras. En definitiva, el deseo de construir un mito personal que encarne un específico relato de la historia y que logre imponerse como verdad general, desplazando otras miradas (descalificadas y sancionadas) o subordinándolas al imperio de una singular percepción de la realidad que impregne y uniforme la conciencia colectiva.

Entre 2015 y 2017 se sucede el tránsito de Saturno por casa II. Es un momento propicio para, atento a la evidencia de la realidad, rectificar hacia la convergencia, o bien para cristalizar el fallido divergente del comienzo.

Recurramos a la astrología. ¿Cuál es el desafío de Ascendente en Libra? Reconocerse en el otro, incluir al otro. Pero no a cualquier otro, sino ese otro que detesto. Incluir el opuesto. Y aquí cabe recordar y discriminar la calidad de los vínculos endogámicos y exogámicos.

La endogamia aporta seguridad y tranquilidad, a fuerza de cerrarse en lo propio y repetirse en lo conocido. El anhelo de pureza y, por lo tanto, una baja resonancia al encuentro y a la hibridación. La creencia de que vincularse con el distinto es sinónimo de contaminación.

La exogamia, por su parte, expone a riesgo y conflicto, pero abre a lo desconocido y, por eso, a la revelación creativa. La apuesta a una naturaleza común que atraviesa las diferencias, con bajo celo de pertenencias. La confianza en que vincularse con el distinto es despertar potencialidades.

Para que esto no sea una cuestión de idealismo utópico o de conceptos abstractos, creo que en nuestra vida es muy visible cómo, al presentarse el “pinche tirano” (diría Castaneda), eso nos lleva a definir mucho mejor qué queremos. Cuando alguien nos confronta, tenemos la oportunidad de mejorar argumentos, de darle más solidez a nuestra posición, incluso a reconocer lo que realmente deseamos o, más aún, a descubrirnos errados. Y aquí llegamos a la mirada oriental del conflicto: el honorable enemigo. Gracias a que alguien me confronta yo puedo enterarme de qué quiero y en qué creo. Sin confrontación sólo puede haber narcisismo, el encanto confirmatorio de mirarnos al espejo. Excluyendo al otro sólo quedo yo.

El tesoro de Libra es la posibilidad de ser conscientes de que, gracias a que existe quien me confronta, yo puedo experimentarme a mí mismo. Ese modo de significar Libra incluye a mi adversario como necesario para mi desarrollo y fundamental para mi evolución. No se trata de una mirada idealista, sino pragmática: se nos presenta un opositor y nos ponemos creativos. La confrontación nos acerca a lo que queremos y a cómo desarrollarlo. Lejos de negar el conflicto, Libra representa la posibilidad de significarlo como desafío generador y despliegue de talentos antes que destrucción involutiva.


Sentido de realidad y economía

En astrología, la casa II representa, además, temas específicos: los recursos materiales, la generación de riqueza, el dinero y el manejo económico. Con Saturno en tránsito por la casa II, quizás sea la economía el ámbito en el que se active el desarrollo de ese sentido de realidad que temple nuestros anhelos y les permita una expresión madura y posible. En especial desde finales del 2014 y por espacio de todo el 2015 y 2016. Años en los que acaso la variable económica (cada vez más) resulte crucial de un modo muy objetivo. Saturno transita la casa II de Argentina. Tal como lo hiciera antes en 1985 y 1955.


En 1955 la continuidad democrática es interrumpida con el golpe militar que derroca al gobierno del General Perón. En enero de 1956, Raúl Prebisch presenta el plan económico que le fuera encargado en octubre de 1955 por las autoridades de la llamada “Revolución Libertadora”. El objetivo era dar respuesta a una crisis económica en la que se identificaba a la inflación, el aislamiento del mercado financiero internacional y el estatismo deficitario como sus principales causas.

En 1985, en su segundo año de mandato (y luego de haber sido consultado el mismísimo Raúl Prebisch), el presidente Alfonsín nombra ministro de economía a Juan Sourouille y en junio se lanza el llamado “Plan Austral”. Consistió en una “política de shock” que incluyó un cambio en la denominación de la moneda (del “peso argentino” al “austral”) con la que se intentó (y logró) frenar un largo proceso inflacionario que se tornaba incontrolable (400% anual), en un contexto de alto endeudamiento externo y un Estado económicamente insustentable.

De un modo coincidente (o patológicamente repetitivo), el actual tránsito de Saturno por casa II (de 2015 a 2017) se desarrolla en un contexto de inflación, falta de inversiones y caída de reservas, y desequilibrio fiscal.

El período 2015-2017 pone de relieve la necesidad de organizar un plan económico, sólido, sostenible, que atienda causas estructurales y que aspire a desarrollar una mirada de largo plazo. Ese “largo plazo” podría significar las casi tres décadas que demanda el ciclo general de estructuración (el ciclo saturnino por las casas de la carta natal) iniciado en 2011 y que habrá de consumarse en 2041.

Cada “bloque histórico saturnino” tiene una fase que requiere atender las condiciones económicas que darán sustento a todo el proceso: el tránsito por la casa II. Supone un tiempo propicio para organizar la economía con esa visión de contexto histórico y de despliegue en el tiempo. En forma paradojal, en la actualidad ese período se inicia con un gobierno saliente, lo cual parece sugerir que la responsabilidad de gestar aquel plan económico será de las nuevas autoridades elegidas en octubre de 2015. Se abre la posibilidad de imaginarlo desde una «mirada integral» o desde una «mirada fragmentaria». ¿Cuáles serían las características de una y otra?

La «mirada integral» representa una visión amplia e incluyente que habilita, por ejemplo, políticas de Estado: estategias a mediano y largo plazo capaces de hacer converger distintas perspectivas y posiciones políticas. Reconociendo diferencias y dándole espacio de expresión, se establecen puntos de acuerdo y consenso que todos aquellos matices diferenciados se comprometen a respetar más allá de eventuales conveniencias particulares. Resignando el encanto de que “la realidad sea como yo quiero”, se favorece y potencia las posibilidades de construcción segura y de aprovechamiento de la creatividad que puede aportar cada una de las diferentes perspectivas.

Por su parte, la «mirada fragmentaria» repite nuestro viejo hábito de, aprovechando la fuerza del arranque de un nuevo gobierno, ceder al encanto de imponerle a la totalidad la visión de una facción. Una ocurrencia que puede ser exitosa en el corto plazo, pero que muestra ser incapaz de sostenerse en el tiempo. El diseño de facción esclarecida (ya sea “estatista” o “privatista”, “elitista” o “populista”) apropiándose de lo colectivo fatalmente traduce divergencia, gasto de energía en controlar posiciones de modo autoritario, pérdida de creatividad a partir de sojuzgar disidencias, y un destino de confrontación destructiva.

El tránsito de Saturno por casa II quizás sea un buen ensayo para observar las posibilidades de que prevalezca una u otra posición. De comprobar si nuestra experiencia colectiva compartida nos permite aceptar el desafío de generar convergencia o si aún somos sensibles a identificar enemigos internos (confabulados con los externos).

Y ya sabemos que el enfrentamiento es más excitante.


La materialización más antipática de Saturno

Sincrónico al tránsito de Saturno por la casa II de Argentina, un juez de Nueva York –implacable, arbitrario y acaso senil- se ha presentado a nuestro destino, condicionando nuestra vida económica y exponiendo nuestros complejos con la autoridad legal.


Para la astrología, el destino trae información acerca de quién profundamente se es, más allá de la imagen (encantadora) que se tiene de uno mismo. Nuestro destino revela lo que somos (o lo que expresa este particular momento de la dinámica de nuestro despliegue). Lo que se ha presentado en nuestra vida no es ajeno a lo que somos. Antes que fatalidad, la severidad de Saturno es reflejo de (se corresponde con) nuestras autoindulgencias. El frío objetivo e impersonal de su manifestación está en vínculo con un excesivo repliegue en nuestra subjetividad. Ante Saturno podemos victimizarnos y adjudicarle crueldad. Incluso podemos tener razón: esa específica manifestación de Saturno puede ser efectivamente cruel e insensible. Es posible que el juez Griesa, susceptible a autoritarismo, deliberada (y subjetivamente) quiera hacernos escarmentar, indiferente a dolorosos perjuicios. Y también es factible que, si lo tuviéramos en consulta, debiéramos advertirle que, como argentinos, “somos su destino”.

No obstante, desde la perspectiva del proceso de nuestro desarrollo consciente como comunidad (y tal como ocurre en la escala individual), victimizándonos frente a la manifestación que ha adoptado Saturno estaríamos desaprovechando la oportunidad de modular de un modo más maduro (y por eso menos polarizado) la relación entre realidad subjetiva y realidad objetiva, entre necesidades personales y leyes sociales, entre anhelos individuales y acuerdos de convivencia. Saturno siempre permite ecualizar la máxima sartreana de que “el infierno son los otros”.

El juez Griesa es la imagen del estado actual del Saturno de Argentina que nos devuelve el espejo. Podemos atacar la imagen, rechazarla, negarla… o reconocernos en ella y transformarla. Pero para transformarla será necesario el coraje de identificar en qué ilusión regresiva, infantil y mágica estamos inconscientemente atrapados, con qué fantasía narcisista y autogratificante estamos hechizados, como para que nuestro destino se corresponda con esa fría y arbitraria personificación.

(Continúa en “Argentina astrológica IV: el pasado regresa”).


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