Reflexión para la luna nueva del 21 de Abril
Sucede en 1º 35’ de Tauro.
La lunación de Tauro llega después de Aries, que significa la iniciativa y la creación de un mundo nuevo, y antes de Géminis, que nos habla de la comunicación, de la mente dual y del entendimiento. Si el año astrológico comienza con un signo cardinal y de fuego, como Aries, los principios de vibración y de polaridad llevan luego a un signo fijo y de tierra, que es Tauro. La vibración de este mes lunar habla de la afinidad vibratoria, de cómo podemos amar la creación con todo lo que engloba, de cómo contribuiremos a desarrollar sus semillas. En esoterismo se afirma que la materia es espíritu cristalizado y que el Creador genera los universos dentro de sí mismo. Desde este planteamiento, si más allá del razonamiento realmente percibimos la Vida que alienta cada forma, ¿cómo podremos despreciar en algún momento la forma, alegando que lo que nos interesa es el espíritu puro, o la energía, u otras dimensiones del universo? Estaríamos en la situación señalada en el Nuevo Testamento, referente a la imposibilidad de amar realmente a un Dios que no hemos visto, si no amamos al prójimo, que está presente sensorialmente ante nosotros y nació en ese mismo Dios de quien decimos que nos inspira.
Este equívoco procede a veces de pensamientos de dualidad, que establecen algo como bueno y por consiguiente, lo no-bueno pasa a ser considerado malo.
Otro origen de esta negatividad hacia la materia tiene su origen en un desfase vibratorio al salir de la meditación profunda, o al regresar al cuerpo físico tras el sueño. Desde el amplio margen de maniobra y desde la luz de los planos internos, el paso a la materia física se puede percibir en términos de limitación, de pérdida, de aprisionamiento, etc. No deja de ser un punto de vista, y por ello relativo. El Tao es yin y es yang a la vez; no podemos quedarnos sólo con uno de ellos y pretender seguir en el Tao. Cuando nos enamoramos de nuestra actividad en el astral, o de nuestros pensamientos, generamos un cierto karma porque nos apartamos algo del camino medio. En otras palabras, la evolución impide congelar un determinado momento feliz y quedarnos en él.
Un tercer origen frecuente del rechazo a la materia procede de desajustes de la personalidad. Podemos no sentirnos bien en la vida que hemos creado, andamos confusos y anhelamos un mundo más feliz, fuera del actual. En términos más directos, no acertamos con las soluciones y nos queremos ir a un lugar mejor. En realidad, allí donde vamos llevamos irremediablemente nuestra vibración, y el cambio de ambiente más radical consiste precisamente en cambiar nuestra vibración, para lo cual no necesitamos viajar físicamente, ni abandonar el cuerpo físico, ni trasladarnos a otro planeta. Una vez más, el cambio se inicia dentro, no mediante las condiciones externas. Aquí podríamos dar un sentido más esotérico a las palabras del poeta “Hay otros mundos, pero están en éste”. Llegará el día en que no precisemos más de la dimensión material actual, el día en que tampoco la Tierra la precise. Ese día llegará cuando el momento esté maduro, no cuando las personalidades estén cansadas de ciertas vivencias de la materia. Nuestra casa cósmica está en proceso de eterización. Su tasa vibratoria aumenta, y nuestras buenas acciones colectivas contribuyen a la creación de un futuro gradualmente desplazado hacia la energía en el continuo energía-materia. La humanidad forma parte de las fuerzas creadoras de la naturaleza, y parte del proceso consiste en hacernos conscientes de este hecho.
¿Y cómo salir de nuestros malestares? La impaciencia por mejorar nos priva a veces del cambio que ya hemos vislumbrado en más de una ocasión. Tenemos toda la ayuda amorosa del Cosmos, que nunca forzará nuestra voluntad, cualesquiera que sean nuestras decisiones y sus consecuencias. Uno de los puntos que nos demoran y nos atan a condiciones inarmónicas es la falta de persistencia. No hablamos aquí de un entrenamiento mecánico y sin alma. Hablamos de poner en práctica nuestras intuiciones y nuestros pensamientos más lúcidos. Hablamos de una acción que no tiene lugar en una ocasión aislada, o a una determinada hora un día a la semana, sino de algo que buscamos concretar a cada momento, observando cada situación externa o interna, siendo creativos en las soluciones que vamos ensayando. Una vida mejor no nace acabada en sus procedimientos, se va construyendo gradualmente. Puede haber un punto de inflexión, de hecho estos momentos son más frecuentes de lo que percibimos, pero luego nos toca echar a andar ese cambio. Éste es el sentido que damos a la palabra “persistencia”. La receta ha de ser forzosamente individual, pues la creación es un acto individual. Tauro, con los aspectos vigentes en la lunación actual, nos enseña esta persistencia y nos cura de la impaciencia.
La sintonización con la Tierra y sus pobladores, la sintonización con todo el universo, es un verdadero ejercicio espiritual. Esta hermandad nos lleva a sentir alegría, gozo de vivir, afán de compartir con todos los seres. Por este camino encontramos nuestras razones espirituales para vivir y damos un sentido a la encarnación actual, en el aquí y en el ahora. Se trata de una tarea individual y colectiva a la vez, porque sintonizarnos es lo más natural, estamos diseñados para ello y es la hora de recordarlo y vivirlo a diario.
Que la luz sea contigo.
El equipo de Luz interna.
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Agradecemos al Sr. César Lillo Arellano , por el enlace
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Saludos afectivos, Edgardo Ceol
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