por Augusta y Max Heindel,
Es cosa cierta e indiscutible para los místicos, que la carrera evolutiva de la
Humanidad está unida, indisolublemente, a las Jerarquías Divinas que rigen los planetas
y los doce signos del Zodíaco, y que el paso del Sol y de los planetas a través de ellos
indica el progreso del hombre en el tiempo y en el espacio. Por lo tanto, no es de
extrañar que, en el curso de sus investigaciones respecto al desenvolvimiento espiritual
de la Humanidad, los autores hayan visto también mucho de lo que se relaciona con el
Zodíaco, que es la frontera o límite de nuestra esfera evolutiva actual. Todo esto se ha
percibido en la Memoria de la Naturaleza, que arroja mucha luz sobre los pasajes
oscuros de la Biblia, y en los documentos que han ido apareciendo, de vez en cuando,
en distintos puntos. Pero el medio de reunir esos escritos disociados y formar con ellos
un todo, ha constituido un gran problema durante mucho tiempo. Aún hoy, los autores
saben y sienten que lo que están escribiendo en este libro constituye sólo un débil
intento de dar a conocer a los estudiantes ese gran conjunto de hechos que han venido a
su conocimiento como consecuencia de sus investigaciones. Sienten que esto facilitará a
los estudiantes una nueva y más profunda comprensión de la significación de los
símbolos antiguos y que, por medio de la comunicación de los conocimientos obtenidos,
los predispondrá a recibir más luz.
Acerca de la evolución de los planetas, el Concepto Rosacruz del Cosmos nos
dice, en la página 221 que “cuando los seres de un planeta han evolucionado en grado
suficiente, el planeta se convierte en un sol, el centro fijo de un sistema solar. Y, cuando
los seres en cuestión han desarrollado un grado mayor aún y, consecuentemente, han
alcanzado su máximum de brillantez, este sol se expande en un zodiaco y se convierte,
por así decirlo, en la matriz de un nuevo sistema solar. De este modo, las grandes
huestes de seres divinos que hasta aquel entonces estuvieron confinados en aquel sol,
ganan libertad de acción sobre un gran número de estrellas, y esto será el sistema que se
desarrollará dentro de su esfera de influencia. Los planetas o portadores de hombres
dentro del zodiaco, están constantemente influidos por tales fuerzas, pero en diferentes
sentidos, con arreglo al estado que hayan alcanzado en la evolución. Nuestro Sol no se
pudo convertir en un sol hasta que hubo expelido asimismo todos los seres que no
estaban lo suficientemente desarrollados para resistir el elevado estado de vibración y la
gran luminosidad de los seres que estaban capacitados para aquella evolución. Todos los
seres que ahora están sobre todos los demás planetas de su sistema solar, habrían sido
consumidos, de haber permanecido en el Sol. Este sol visible, sin embargo, aunque es
un lugar de evolución de seres vastamente desarrollados sobre el hombre, no es, en
modo alguno, el padre de los otros planetas, como la ciencia supone. Por el contrario, es
una emanación del sol central, que es el manantial invisible de todo lo que constituye
nuestro sistema solar. Nuestro sol visible es sólo el espejo en el cual se reflejan los
rayos de energía del sol espiritual, y el Sol real es tan invisible como lo es el hombre
real”.
Con esta enseñanza se hará evidente que las grandes Jerarquías espirituales que
están guiando nuestra evolución, han tenido su entrenamiento para este camino en
anteriores esquemas de manifestación, y que lo que ellos están haciendo ahora, nosotros
lo haremos algún día con otros.
Hoy ya los más adelantados de nuestra raza están recorriendo el Sendero de la
Iniciación y han avanzado, por lo tanto, a estados mucho más elevados que la condición
general de nuestra presente Humanidad. Se dice que aquéllos que han pasado por la
Escuela de los Misterios Menores de Mercurio y se han graduado en la Escuela de los
Misterios Mayores, están preparando ahora la evolución humana para el Período de
Júpiter. Han penetrado en el planeta Júpiter, valiéndose de una de sus lunas, la cual les
ha servido de escalón. Otros hay que, desgraciadamente, han seguido senderos
diametralmente opuestos.
Leemos en el Concepto Rosacruz del Cosmos que, los habitantes de la Tierra
fueron, a un mismo tiempo, expelidos del Sol, debido a su fracaso en mantenerse en un
estado capaz de resistir las vibraciones de aquellos seres, perjudicándose con ello a sí
mismos y perjudicando a los demás. Del mismo modo, se hizo necesario, en la Época de
Lemuria, expulsar un determinado número de atrasados desde la Tierra misma. Y así
fue cómo la Luna fue arrojada al espacio para girar, como un satélite circular de nuestro
planeta. Aquellos desgraciados están degenerando gradualmente y llegará un día en que
tendrán que ir al planeta Saturno, que representa la puerta del Caos. De allí serán
expelidos al espacio interplanetario para aguardar una época en la que, en un nuevo
sistema, encontrarán una condición favorable para su ulterior evolución.
de Boletín Rosacruz , Nº 32
Año 1999 Tercer trimestre (Julio Setiembre) Fraternidad Rosacruz Max Heindel - Madrid
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