1 - El significado psicológico
del horóscopo
1. El círculo interior: el centro.
2. La figura de aspectos.
3. Los planetas.
4. Los signos zodiacales (el zodíaco).
5. Las casas.
6. El ser humano en su globalidad.
Concepción astrológica del ser humano: un camino
hacia el autoconocimiento.
Para comprender el significado del sistema de casas dentro
del modelo conceptual de la psicología astrológica es
necesario considerar el horóscopo de manera global.
Como sabemos, el horóscopo muestra las posiciones de
los planetas en el cielo en el momento del nacimiento de
una persona. Aplicando determinados criterios de interpretación
a esta configuración planetaria, podemos deducir
las particularidades del carácter y del desarrollo psicológico
de la persona.Todavía no sabemos por qué esto es
así. Pero el efecto real de esta correlación entre la configuración
de los planetas y el condicionamiento del ser
humano es algo que puede demostrarse claramente en
cualquier individuo.
Para nosotros es muy importante resaltar que el horóscopo
representa al ser humano como centro subjetivo (esto
es, como un ser único con sus valores) frente a su entorno.
Considerándolo así, el horóscopo es una imagen simbólica
de la persona y del mundo en que vive. Muestra
el punto de vista subjetivo del ser humano, es decir,
muestra cómo se percibe a sí mismo (aunque, en buena
parte, sea de forma inconsciente). El horóscopo es la
medida de su mundo (un mundo en cuyo centro se
encuentra) y eso lo convierte en el símbolo de su existencia.
Por eso, para el psicólogo de orientación astrológica,
el horóscopo es un instrumento de diagnóstico
extraordinario que le permite ver la problemática del
individuo de manera rápida y fiable.
Demos una mirada al horóscopo ejemplo de la página
16. Tenemos ante nuestros ojos una estructura gráfica
que, si bien se compone de distintos elementos, ópticamente
puede captarse como un todo. Si dibujamos los
horóscopos (sobre todo la figura de aspectos) de manera
cuidadosa y a color, podemos percibirlos con todos nuestros
sentidos. Entonces, la figura de aspectos empieza a
hablarnos gráficamente. Del mismo modo, también
podemos dirigir nuestros sentidos hacia una persona que
se encuentre ante nosotros, intentando percibir la sensación
que nos produce.Hay muchas personas que con esta
primera impresión ya saben con quién están tratando.
En el horóscopo diferenciamos cinco niveles básicos:
1. El círculo interior:
el centro
Al mirar el horóscopo ejemplo podemos considerar
que el círculo central representa el centro esencial
de la persona.Ahí dormita el ser humano en potencia.
Este centro recibe muchos nombres. Unos lo llaman
alma, psique o atman; otros lo llaman espíritu, yo superior
o mónada. En la filosofía hindú, este centro del que mana
la vida recibe el nombre de chispa divina o fohat. En las
culturas griega y cristiana se conoce como entelequia. En
realidad, este núcleo del ser no puede definirse con conceptos
humanos. Por eso, al dibujar el horóscopo, siempre
dejamos el círculo central en blanco: no dibujamos
ningún aspecto que lo atraviese. El centro está circunscrito
en el horóscopo.
Cuando el ser humano nace, este centro empieza (simbólicamente)
a irradiar energías en todas direcciones como se representa en la figura adjunta. El ser humano crece en su mundo a partir de este centro para desarrollarse y producir un efecto en el mismo.
2. La figura de aspectos
En su proceso de irradiación, lo primero que se encuentran
las energías provenientes del centro son las líneas de
la figura de aspectos. La figura de aspectos tiene un significado
de gran importancia. Actúa como “esquema de
conexiones de la conciencia” o como patrón de reacción
de las fuerzas vitales del individuo. Desde el punto de
vista psicológico, representa la imagen de la conciencia
de la persona. La figura de aspectos proporciona información
sobre la orientación básica de la persona en la
vida. Muestra sus tendencias, sus intereses principales, sus
deseos esenciales, lo que quiere hacer en la vida (aunque
no sea completamente consciente de ello) y cómo y dónde quiere emplear sus fuerzas.
En la figura de aspectos se ven las capacidades que están
a disposición de la persona desde el momento de su nacimiento
y que puede emplear sin dificultades. Pero también
se ven las capacidades latentes que no pueden ser
utilizadas tan fácilmente porque no están bien integradas
en el esquema de conexiones general: porque están
como “colgadas” de la figura de aspectos o porque no
tienen ninguna conexión con ella (como el Sol en el
horóscopo ejemplo).
3. Los planetas
A través de las líneas de la figura de aspectos, las energías
que irradian del centro son conducidas y distribuidas
hacia los planetas, que se encuentran situados alrededor
del horóscopo. Los planetas son las verdaderas herramientas del ser interior: son capacidades o características
de tipo básico.
Los planetas son los órganos vitales o los instrumentos
con los que la persona establece contacto con su entorno,
con los que percibe y experimenta el mundo, y con
los que establece un intercambio vital y funcional con él.
Así como la figura de aspectos se encuentra oculta en las
profundidades del ser y resulta difícil de reconocer como
estructura de la conciencia, las influencias de los planetas
son mucho más evidentes: sus efectos pueden constatarse
claramente.
De todos los niveles del horóscopo, el de los planetas es
el nivel más móvil. Los planetas tienen velocidades orbitales
diferentes y en cada horóscopo están en signos distintos
y tienen interrelaciones diferentes. De ahí la gran
heterogeneidad del carácter humano y la singularidad del
individuo.
Recientemente, con la ayuda de un ordenador, se ha calculado
cuánto tiempo debería transcurrir para que se
repitiera una configuración planetaria determinada. El
orden de magnitud del resultado es de quintillones de
años.
4. Los signos zodiacales (el zodíaco)
Los signos zodiacales nos ponen en contacto con las cualidades
cósmicas. Son un sistema de referencia cósmico y,
como tal, representan el orden de la naturaleza (las leyes
naturales). Los signos zodiacales dan una impronta natural
a los órganos individuales o planetas. Las fuerzas esenciales
del ser humano (los planetas) se confrontan con la
realidad y con la naturaleza coloreados con esa impronta
recibida de los signos.Así se origina la singularidad característica
de la persona.
Los signos simbolizan la disposición hereditaria del individuo:
la estructura genética que ha recibido de sus
padres, de sus abuelos y, en última instancia, de su raza.
Las posiciones de los planetas en los signos indican las
cualidades especiales que tienen los órganos que ejercen
las diferentes funciones en el ser humano (los planetas).
Los planetas están alimentados o nutridos por los signos.
Los signos son nuestras fuentes de energía en la vida.
Los planetas que se encuentran al principio o al final de
un signo reciben poca energía del mismo. En cambio, si
se encuentran hacia la mitad del signo reciben mucha
energía. En cada signo, los 12º son el punto de máxima
energía (exactamente los 11º33’).
5. Las casas
Las casas representan las situaciones reales y formales de
la vida, con sus diferentes tipos de experiencias y actividades.
A diferencia de los aspectos, los planetas y los signos,
que simbolizan la constitución interior de la persona,
las casas son una configuración formal ajena a la persona
que actúa sobre ella desde el exterior. El efecto de
las casas empieza en el momento del nacimiento y constituye
algo de lo que la persona debe ocuparse durante
toda su vida.
El ser humano empieza a vivir de verdad cuando toma
conciencia de su entorno. De ahí la gran importancia
del sistema de casas para la persona que vive de manera
consciente. El sistema de casas indica cómo actúa el
entorno sobre la persona y cómo reacciona ésta (sensibilización
individual).
Al nacer, el ser humano se encuentra con una situación
vital determinada: la familia, la escuela, el medio ambiente,
el lugar donde vive, el nivel social, las creencias religiosas,
las tendencias políticas, etc.Todo esto influye en la
formación del carácter del niño.A través de la educación,
las configuraciones formales de su entorno personal
(visibles en el sistema de casas) quedan impresas en su
psique, en forma de características de comportamiento.
Los factores del entorno influyen directamente en el
niño y lo condicionan. El resultado es una personalidad
fuerte o débil, una autoconciencia sólida o limitada, una
persona individualista o una persona que no destaca en
la masa, etc.
Todas estas interacciones que tiene lugar entre el núcleo
central del ser (el círculo central), las fuerzas esenciales u
órganos de función (los planetas) en su combinación
específica (los aspectos), las energías cósmicas que estimulan
y modifican las cualidades planetarias (los signos
zodiacales) y los distintos sectores de la vida (el sistema
de casas) conforman al ser humano en su globalidad.
6. El ser humano en su globalidad
Es de suma importancia considerar siempre la globalidad.
En general, tenemos tendencia a dar más importancia
a la realidad exterior, esto es, a las características de la
personalidad que se reflejan en el carácter pero que son
resultado de la impronta del entorno y nos olvidamos,
con demasiada facilidad, de que el ser interior tiene la
misma importancia, cuando no más.
Concepción astrológica del ser humano:
un camino hacia el autoconocimiento
Los distintos niveles mencionados, desde el centro hasta el
mundo exterior, forman parte de la globalidad del ser
humano.Acceder al nivel interior de nuestro ser no es fácil.
Nuestra conciencia no suele estar enfocada hacia el centro
sino hacia la periferia. Las experiencias más intensas y drásticas
que tenemos de nosotros mismos se producen en el
contacto con el entorno. Por eso también solemos ver
nuestro yo en alguna parte del mundo exterior. Nos identificamos
con nuestras reacciones ante el entorno. Muchas
personas consideran que esto es determinación.
Es cierto que estamos influenciados y, en cierta medida,
determinados por el entorno, la sociedad, su estructura,
el paisaje, las leyes naturales que lo rigen, el clima, la
gente con la que convivimos, etc.
No obstante, podemos reducir el grado de determinación
que nos produce nuestra situación. Para conseguirlo
sólo una cosa es necesaria: debemos tomar conciencia
de la verdadera estructura de nuestro ser. La condición
previa para aumentar nuestra libertad es tomar conciencia
de quiénes somos.
La psicología astrológica nos proporciona una imagen de
nosotros mismos que también incluye al entorno como
elemento colaborador en el desarrollo de nuestro ser. El
horóscopo nos permite darnos cuenta de cómo estamos
estructurados, incluida la parte debida a la influencia del
entorno.Tener conciencia de esto nos hace más libres.
Cuando empezamos el proceso de autoconocimiento,
bien sea con la ayuda del horóscopo o mediante la simple
autoobservación, lo primero que identificamos son los
niveles externos y sus formas de funcionamiento, es
decir, nos damos cuenta de nuestras reacciones y de las
reacciones de los demás en determinadas situaciones.
Describimos síntomas. Desde el punto de vista astrológico,
nos encontramos en el sistema de casas, es decir, en el
“ser-en-correspondencia” o en el “ser-en-el-intercambio”
con nuestro entorno.
Esta descripción de síntomas no nos permite todavía
comprender nuestro destino de forma completa ni tomar
las riendas del mismo para hacer las cosas mejor o de una
manera casi perfecta. Pero sí es una primera etapa en el
proceso de toma de conciencia que, después de las suficientes
observaciones, nos permitirá tomar cierta distancia
del hecho de sentirnos atados a esas realidades formales
con las que nos enfrentamos diariamente. De este
modo, pasamos de considerar los planetas en el sistema de
casas a considerarlos en los signos (desidentificación de lo
formal).
Tomamos distancia de las cuestiones formales de la vida
y nos vamos confrontando cada vez más con nuestras
estructuras esenciales, unas estructuras que ya no están
fuera, que no están basadas en nuestras obligaciones con
respecto al mundo exterior sino en nuestras tendencias a
establecer lazos de unión con este mundo. Este punto es
importante: a través de nuestras inclinaciones internas
establecemos relaciones con el mundo. Ésta es la segunda
etapa en el proceso de toma de conciencia y, como
resultado del mismo, nos sentimos más distanciados.
Cuando tomamos conciencia de nuestras tendencias
innatas (signos), es decir, no las que hemos desarrollado
debido a la influencia del entorno sino las que nos han
sido transmitidas hereditariamente, podemos dar un paso
más hacia nuestro interior más profundo.
Si ahora nos ocupamos de los planetas en sí, nos daremos
cuenta de que tenemos unas capacidades que existen por
sí mismas y que tienen sus propias funciones. Cada una
tiene su finalidad. Cada una tiene su sentido. Cada una
está orientada a realizar unas funciones determinadas.
Este paso hacia dentro nos da un mayor grado de distanciamiento
y de flexibilización de los lazos que nos atan
al mundo exterior.
Después de haber comprendido que los planetas simbolizan
órganos que realizan funciones (Júpiter = función
sensorial, Sol = autoconciencia, etc.), vemos que en cada
horóscopo se combinan de una forma particular y completamente
individual.Todos tenemos diez planetas pero,
dado que en cada horóscopo están conectados de forma
distinta, el funcionamiento conjunto o el efecto global
de los mismos es diferente en cada persona. Esto se refleja
en la figura de aspectos del horóscopo, que representa
la estructura interna y esencial del ser humano.
La astrología no puede ir más allá de este nivel (figura de
aspectos) en su descripción del ser humano. Más adentro
sólo queda el círculo central, y ahí empieza lo que
podríamos llamar libertad.
Desde el centro, vemos el horóscopo como una estructura
de varios niveles, transparente y compleja. Fuera,
lejos del centro, está el mundo exterior. Aquí, en el centro,
empieza la libertad.Aquí podemos decir:“Esta conexión
dentro de mí o aquella forma de reaccionar hacia
fuera en el cuarto nivel es un error; no quiero que sea así;
no está en sintonía con lo que quiero hacer de mí y de
mi vida; quiero que sea distinto”. Desde el centro podemos
hacer que esto se convierta en realidad.
En el centro, la voluntad es altamente efectiva porque es
resultado del proceso de interiorización y autoconocimiento.
Es un proceso complejo que por una parte
requiere tiempo y por otra la voluntad firme y serena de
enfrentarse con uno mismo y llegar a lo más profundo
del ser. El conocimiento de uno mismo no es algo que
se consiga de la noche a la mañana: es un proceso que
puede durar toda la vida. Las personas que estamos familiarizadas
con la astrología tenemos una ventaja. El
horóscopo nos permite considerar los diferentes niveles,
orientarnos en cada situación de la vida y darnos cuenta
de dónde nos hemos quedado atascados o estamos bajo
presión.
Podemos preguntarnos: ¿Dónde está la tensión en esta
estructura de niveles y dónde hay una salida o una solución
al problema? Las personas que no están familiarizadas
con la astrología no tienen esta fabulosa herramienta
de autoconocimiento. Quienes sí lo estamos tenemos
ventaja pero, evidentemente, también tenemos una obligación
(no sólo con respecto a nosotros mismos sino
también con relación a los demás). Es nuestra responsabilidad
espiritual ante el Todo y también parte de lo que
entendemos como Voluntad.
Como disfrutamos de la libertad que nos ofrece el distanciamiento,
podemos desarrollar nuestra voluntad y
emplearla. Desarrollamos la voluntad libre en la medida
en que, a través del autoconocimiento, somos capaces
de crear las condiciones éticas básicas que nos permiten
conseguir que nuestras metas e intereses estén en
concordancia con el bien del Todo y emplear nuestras
capacidades en ese mismo sentido. Somos entonces
capaces también de tomar nuestras propias decisiones:
unas decisiones maduradas que armonizan tanto con
nuestro interior como con el mundo externo.
Pero sobre todo (y esto es lo más importante) en esta
vida debemos enfrentarnos a la cuestión del ser, es decir,
debemos plantearnos el sentido de nuestra existencia.
Para poder vivir una vida plena desde el punto de vista
humano, necesitamos tener una conciencia clara de cuál
es nuestra verdadera motivación.
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del libro: Las casas astrológicas
de Bruno y Louise Huber
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