Las casas astrológicas
Bruno y Louise Huber
Representación deducida de la naturaleza
de los doce sectores de la vida
y su significado psicológico para el individuo
El ser humano se encuentra a sí mismo
cuando toma conciencia de su espacio vital.
Bruno Huber
Introducción
La historia de la astrología empezó hace miles de años.
Los vestigios astrológicos más antiguos datan de la época
de las primeras culturas. Pero lo que puede llamarse con
propiedad un sistema astrológico, es decir, un concepto
estructurado de la astrología, existe desde hace poco más
de dos mil años. Antes, los conocimientos astrológicos se
transmitían oralmente y, por lo tanto, no han quedado
documentos escritos; no obstante, la investigación histórica
nos permite afirmar que la astrología dispone de una
experiencia milenaria. Multitud de generaciones de
astrólogos (entre las que hubo muchos sabios) se interesaron
por esta ciencia y, basándose en la observación del
ser humano y de su vida, se esforzaron por deducir reglas
que legaron a la posteridad.
La antigüedad de la astrología es mayor que la de cualquier
otra ciencia. Con frecuencia se oye el argumento de
que la astrología es la madre de todas las ciencias porque,
por ejemplo, las matemáticas, la astronomía y otras ramas
científicas se han servido de los conocimientos teóricos y
prácticos de las leyes naturales obtenidos por la astrología.
El hecho de que, a pesar de los múltiples ataques recibidos,
la astrología se haya mantenido viva durante milenios
puede considerarse un fenómeno extraordinario. En
el transcurso de los siglos, la astrología ha sufrido grandes
transformaciones. Empezó siendo un sencillo acto de
culto ligado a concepciones mágicas de los fenómenos
de la vida y, con el paso del tiempo, se ha convertido en
una ciencia de gran complejidad. En las últimas décadas
se ha visto enriquecida con los conocimientos de la psicología
y se ha adaptado al pensamiento del ser humano
moderno e inteligente.
En la actualidad, todavía nos estamos enfrentando con
este largo pasado, con esta herencia espiritual. La astrología
del siglo actual sufre una enfermedad muy especial:
expresándolo en términos psicológicos puede decirse
que padece una especie de esquizofrenia. Por un lado
intenta ser científica a toda costa y, por otro, en la forma
en que nos ha sido transmitida, emplea conceptos míticos
y místicos que intentan explicar lo acausal.
Hoy, la astrología (al igual que la psicología) está sometida
a la presión de tener que demostrarlo todo, como se
hace en las ciencias naturales, y eso la induce a emplear
métodos que, debido a su carácter mecánico, no son
adecuados para captar la esencia del ser humano. El
hecho de que una ciencia humanista tenga que hacer sus
demostraciones empleando las reglas de las ciencias
naturales es, de por sí, una contradicción y no puede
salir bien. La astrología debería demostrar su validez por
sí misma: por lo que es capaz de hacer.
Además, todavía se produce el curioso fenómeno (francamente
inadmisible) de hablar, por ejemplo, de Júpiter
(o de su igualmente poderoso colega mitológico Zeus)
para después, a partir de su existencia literaria, deducir
especulativamente las cualidades jupiterianas. Nuestro
moderno intelecto lógico o dialéctico no está en situación
de traducir los contenidos arquetípicos del símbolo
a conceptos analíticos de una forma suficientemente
completa. Nuestro intelecto siempre se apoya en la objetividad
y, cuando aborda cuestiones de interpretación de
símbolos, los resultados no suelen reflejar toda la riqueza
de lo que se pretende expresar. Desde un principio, estos
resultados no nos parecieron suficientemente buenos, así
que tuvimos que empezar de nuevo.
Decidimos concentrar nuestros esfuerzos en identificar
las fuerzas psíquicas internas y los procesos vitales de la
persona en el horóscopo individual, al mismo tiempo
que nos distanciábamos categóricamente del pensamiento
determinista de los siglos pasados. A lo largo de varios
años de investigación y trabajo práctico desarrollamos lo
que denominamos psicología astrológica. Nuestras investigaciones
se orientaron exclusivamente hacia las cuestiones
que se planteaban en nuestro trabajo como terapeutas
y asesores, y no hacia las cuestiones teóricas de las
típicas consideraciones astrológicas.
Cada nuevo paso adelante en el conocimiento obtenido
a partir de la comparación del perfil psicológico de la
persona con su horóscopo individual (interpretado independientemente
del perfil psicológico) debía superar la
prueba de ofrecer buenos resultados en su utilización
diaria en la práctica terapéutica.
Esto nos llevó a realizar ciertas correcciones en el material
de interpretación que nos ha sido transmitido a través
de la historia. Determinados conceptos debían ser
parcial o totalmente revisados, o incluso eliminados;
algunas reglas antiguas demostraban ser insostenibles y al
mismo tiempo era necesario desarrollar otras nuevas. Lo
que durante siglos no había sido un modelo conceptual
iba tomando forma poco a poco hasta convertirse en un
sistema completo.
La concepción actual tiene muy poco que ver con la
inmensa cantidad de reglas de la astrología de este siglo
y, en cambio, sí es comparable con la visión general sencilla
y fácilmente asimilable que nos dejan entrever las
primeras fuentes griegas o incluso las pregriegas (babilónico-
caldeas).
La investigación nos ha obligado continuamente a suprimir,
a adoptar una actitud de moderación que nos ha
conducido a lo esencial. Los elementos han regresado a
su sencillez original: sólo debemos pensar en
10+12+12+7 componentes (10 planetas, 12 signos, 12
casas y 7 aspectos). Pero con nuestro actual instrumental
intelectual podemos emplearlos y manejarlos de forma
más sutil y diferenciada.Y esto nos permite obtener perfiles
de carácter y de comportamiento del individuo cuidadosamente
descritos y comprobables al detalle.
No queremos decir que con esto se haya agotado la investigación
sobre el instrumento astrología sino todo lo contrario.
Pero sí creemos haber establecido una base sólida
para un nuevo pensamiento astrológico y haber dado estímulos
para la realización de investigaciones adicionales.
Con este libro queremos incorporar a la astrología una
nueva forma de pensar. Queremos hablar del ser humano,
de cómo es en realidad, de cómo vive y de qué lo hace
sufrir. En el centro de la vida y de la realidad cósmica ponemos
al ser humano; no cifras, métodos o alguna mitología.
En este libro, que forma parte de una serie sobre psicología
astrológica, intentamos explicar el sistema de casas astrológicas
a partir de la experimentación natural del mismo. La
intensa percepción sensorial y el reconocimiento intuitivo
de las interconexiones, características propias del ser humano
de las primeras culturas, han permitido la creación de las
doce casas astrológicas como sistema de ordenación de la
interacción entre el ser humano y su entorno. El desarrollo
del pensamiento psicológico moderno ha permitido
reconocer la profundidad y la trascendencia de las doce
casas o sectores vitales de la vida humana.
Desde el punto de vista de la psicología del comportamiento,
las casas son el elemento interpretativo más
importante de la psicología astrológica. Son el sistema de
referencia con el que vemos el mundo real y muestran los
procesos psicológicos que tienen lugar continuamente
entre el ser humano y su entorno. Ésta es la razón por la
que empezamos nuestra serie de libros con un libro sobre
el sistema de casas y no sobre los signos o los planetas.
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Muy bueno e interesante, gracias por compartir.
ResponderEliminarHola Giovanni, buenas tardes !
EliminarEspero ir compartiendo el libro completo, de ser posible.
Saludos y le agradezco su comentario.