Acerca de Urano transitando Aries
Cuando el rayo de la tragedia sorprende nuestras vidas se hace evidente que no toleramos el contacto con el dolor, reaccionamos a él. No se trata de una limitación personal, sino de una frontera humana, una defensa al horror.
La elocuencia de esa incapacidad es nuestra búsqueda de explicaciones cuando nos toca lo siniestro. Buscar causas es intentar explicaciones y así calmarnos. Esa causa que explica el efecto nos calma haciéndonos creer (convenciéndonos) que ese sufrimiento podría no haber ocurrido, que el dolor no forma parte de dinámica alguna.
Con nuestras explicaciones acerca de qué significan los hechos dolorosos estamos -acaso sin saberlo- manteniendo vivo el supuesto de que el dolor es mero efecto de una causa y de que, si conjuráramos esa causa, podríamos entonces eliminar el efecto, es decir, lograríamos excluir el dolor de nuestras vidas. Se conforma así el hechizo de un poderoso supuesto: el dolor no es real, sino efecto no deseado de una acción inadecuada. El dolor no forma parte de proceso vital alguno. El dolor podría no existir. El dolor no debería existir. Podríamos vivir sin dolor.
Contribuyendo a este supuesto, la astrología puede servir para anestesiar. La astrología puede resultar un dulce narcotizante. Como también las ideologías políticas, el idealismo ecológico y el misticismo. Nos permiten, por ejemplo, ver en las imágenes de la catástrofe de Japón los efectos del ingreso de Urano transitando Aries o el castigo del mar por la pesca indiscriminada de los buques japoneses, ver en los cataclismos que azotan la Tierra la reacción kármica de la madre naturaleza al maltrato humano, o ver en los atentados a las Torres Gemelas a los yanquies recibiendo un poco de su propia medicina… Ver es percibir. Cada uno de estos supuestos condiciona nuestra percepción de la realidad, distorsionándola en dirección a lo que creemos seguro, haciéndola menos amenazante y, por lo tanto, menos intensa y más controlable. Cada una de estas respuestas permite no entrar en contacto con el dolor de la experiencia, filtrarla para evitar esa conmoción y mantenernos protegidos en nuestro mundo de certezas, premios y castigos, y previsibilidad.
La astrología puede anestesiar con su suministro de explicaciones. La astrología puede calmarnos diciéndonos qué significan los hechos dolorosos de nuestra vida, cerrando ese significado en una causa absoluta. Pero también la astrología puede dejarlos abiertos, sin decirnos lo que esos sucesos significan, sino apenas (o nada menos) inscribiendo su significado en un orden cíclico.
En verdad, la astrología no puede decirnos qué significa un hecho, sino en qué orden cíclico ese acontecimiento puede ser significado. La astrología no cierra la vivencia de los hechos de nuestra vida a un significado, sino que significa esas experiencias revelándolas constitutivas de un orden que se manifiesta en el tiempo. Ese hecho doloroso no es un castigo, ni suceso aislado. Todo suceso está inscripto en un orden temporal, responde a la dinámica vital de un proceso que se desarrolla en el tiempo y que cuenta con una lógica cíclica.
Y aquí la astrología sí tiene algo para decir. Incluso puede dar serenidad. Puede calmar la excitación dramática y angustiante que la experiencia vital nos provoca cuando expone a nuestra conciencia la vulnerabilidad que nos constituye. Pero será una calma por contacto, no por evasión. Es una serenidad que disuelve las superficies más agudas del sufrimiento para conducirnos a la profundidad del dolor.
Jugando con las palabras, podríamos decir que no es una calma por anestesia sino por hiperestesia. Es la intensa paz de una comprensión que se hace manifiesta por sentir más, no por sentir menos.
El ciclo de Urano y sus diferentes fases
Para reflexionar acerca del actual ingreso de Urano en Aries hagamos entonces una recorrida por el ciclo zodiacal iniciado 84 años antes, a fines de la década del ´20. Para tener una percepción más clara de este pulso uraniano iniciado en 1928 vamos a detenernos específicamente en las llamadas «fases angulares» que estarían representadas por el tránsito sobre Aries, Cáncer, Libra y Capricornio.
Sin duda, significar los hechos desde un único ciclo representa un recorte en lo astrológico, del mismo modo que seleccionar ciertos sucesos y no otros es una subjetiva síntesis en lo histórico. Parece inevitable para poder introducirnos en esta meditación. Conscientes de esto, tomemos los siguientes puntos apenas como claves orientadoras de un análisis más profundo.
De 1927-28 a 1934-35: Urano transitando Aries (fase I).
El acontecimiento astrológico de Urano recorriendo la primera fase del ciclo zodiacal se corresponde (o resulta sincronístico) con la primera gran crisis financiera del capitalismo (la caída de Wall Street), el apogeo del fascismo en Italia, la consolidación de Stalin como único líder de la Unión soviética, el ascenso de Hitler al poder en Alemania, las primeras investigaciones en el desarrollo de energía nuclear, y el uso de medios audiovisuales (radio y cine) no sólo como expresión artística o recreativa, sino como masiva y efectiva herramienta de propaganda política y control de la opinión pública.
Cada uno de estos hechos puede ser visto como hitos de un nuevo mundo o, al menos, de su anhelo. Todos señalan una alteración irreversible del orden preexistente. El sistema económico mundial ya no será el mismo, como no lo será tampoco la expresión de las democracias liberales y del socialismo, ni la relación entre la ética y el progreso científico en la generación de energía, ni la comunicación entre los seres humanos a partir del vértigo tecnológico originado en aquellos años. Cada una de esas manifestaciones de la actividad humana se enfrentará al desafío de un salto de cualidad. Y, desde la mirada cíclica astrológica, las ocho décadas que le sucedieron pueden ser significadas como el desarrollo de aquello que -sin conocer sus consecuencias ni sus desenlaces- allí se iniciaba.
De 1948-49 a 1955-56: Urano transitando Cáncer (fase IV).
El tránsito de Urano por el signo de Cáncer simboliza el tiempo en el que aquel impulso inicial de lo nuevo cobra forma reconocible y, al menos en apariencia, estable. El capitalismo logra regenerarse de aquella crisis, incluyendo una fórmula que parece transgredir el dogma de la más irrestricta libertad de mercado: la intervención estatal en la economía asegurando servicios básicos a toda la sociedad, lo que se reconoció como "Estado benefactor". El mismo principio había sido llevado a cabo de un modo más radicalizado durante la década del ´30 por los regímenes fascistas de Europa y la economía planificada de Stalin en la URSS. Pero hacia el momento de la toma de forma simbolizada por Urano transitando Cáncer, el mundo quedó definido en dos grandes bloques. Y si consideramos a Urano como el planeta de "la libertad, la igualdad y la fraternidad", cada uno de esos polos quedaron enfrentados en su modo de entender esos principios: el mundo del capitalismo liberal enfatizando la libertad individual y considerando la igualdad como una consecuencia necesaria de tal énfasis, el mundo del socialismo soviético subordinando el individualismo a las necesidades de una comunidad igualitaria. Esta tensión pone de manifiesto la capacidad de la conciencia humana para dar respuesta a la emergencia de lo uraniano, sus posibilidades de comprender la libertad, con sus intuiciones y limitaciones. La Guerra Fría simboliza la forma que supo adquirir en la conciencia humana el intento de dar cuenta de un registro nuevo de la cualidad uraniana.
Con la experiencia de Hiroshima y Nagasaki, el desarrollo de la energía atómica prueba su carácter destructivo y se transforma en la base de la política militar de persuasión. La acumulación de armas nucleares queda estabilizada como estrategia de amenaza y prevención. Al mismo tiempo, como consecuencia de la Segunda Guerra, se constituyen el Estado de Israel y las Naciones Unidas. Considerado desde Urano, estos hechos representan la posibilidad de que aquel pueblo errante que sufriera las políticas de exterminio del nazismo lograra tener su propio Estado y que las diferentes naciones del mundo se reconocieran como una comunidad humana, instituyendo valores y principios comunes y superiores a cualquier ley local, comprometiéndose a resguardarlos. Ninguna concepción racial, tribal o nacional puede estar por encima del valor universal de la dignidad de las personas.
En lo tecnológico, luego de haber iniciado su etapa sonora en 1928, el cine se consolida como la principal industria de entretenimiento y de producción artística. Pero la síntesis de imagen y comunicación comienza a desarrollar una nueva herramienta: la televisión.
De 1968-69 a 1974-75: Urano transitando Libra (fase VII).
El pulso del principio creativo que se inicia en 1928 llega a su fase de oposición. El ciclo necesita completarse, ver lo que hasta ese momento no era posible para luego ser capaz de incluirlo. La forma estable adquirida en la fase IV (tránsito por Cáncer) enfrenta el desafío de saber complementarse con aquello que no resultó visible hasta el presente. Como símbolo, los reclamos del Mayo Francés, con consignas como "la creatividad al poder" y "seamos realistas, pidamos lo imposible", expresan la inestabilidad del orden alcanzado con De Gaulle como referente de la resistencia y liberación de Francia 20 años antes. La Guerra de Vietnam, el espíritu revolucionario en lo político y cultural, y la consolidación de China como potencia, son algunos de los hitos del desborde de esa visión de un mundo conformado en dos bloques sostenida en los años de la Guerra Fría. Los movimientos de liberación nacional en África, Medio Oriente y Asia generan un espacio político nuevo a nivel mundial: los países "no alineados". A la luz de los sucesos de 2011, cobra relevancia que en esos años tuviera lugar el ascenso al poder de Muamar el Kadafi en Libia y Anwar el Sadat en Egipto, sucedido por Hosni Mubarak tras su asesinato Esta imagen de un "Tercer Mundo" cuestiona el orden bipolar en el que la actividad humana se había organizado luego de la Segunda Guerra. Cuentan, además, con una variable decisiva: son los dueños del petróleo, son quienes controlan la fuente de energía del mundo tecnológico. Esto provoca un conflicto económico a nivel mundial, la llamada "crisis del petróleo", espejo de aquella otra gran crisis del ´30 con Urano transitando Aries. La fase libriana reflejando la ariana, el momento de complementación llevando a la conciencia a confrontar con la acción resuelta en el inicio.
Por su parte, en el desarrollo nuclear con fines bélicos ambas fuerzas en disputa parecen neutralizarse. Pero para tal fin la proliferación de misiles atómicos llega a convertirse en una amenaza de destrucción global. La situación de "empate", la efectiva neutralización del enemigo a partir de la disuasión que el propio arsenal representa, genera una situación de equilibrio tenso y frágil. Nadie da el primer paso hacia el conflicto, pero tampoco hacia el desarme. Así, hacia el momento del tránsito de Urano en Libra, la situación respecto al uso de la energía atómica es incierta, vacilante, sin que nadie se anime a definir una dirección.
A su vez, la llegada a la Luna marca un giro en el desarrollo tecnológico iniciado en el momento de Urano transitando Aries. En efecto, la construcción de los primeros cohetes dirigidos data de los años '30 y tenían un fin bélico. No obstante, más allá de motivos de seguridad y defensa, con la Apolo XI se abre el horizonte de la carrera espacial, el domino del espacio exterior mediante la tecnología como producto y herramienta de la mente humana. Esto va de la mano con el desarrollo de las computadoras y la comunicación satelital, por cierto, no aún a la escala personal individual que sí ya ha alcanzado la tecnología de la imagen con la televisión a color y la diseminación de televisores en los hogares.
De 1988 a 1995-96: Urano transitando Capricornio (fase X).
Finalmente, el ciclo uraniano que dio comienzo en 1928 llega a su fase culminante con el tránsito por Capricornio. El nuevo mundo que parecía abrirse con la crisis del capitalismo, la emergencia del fascismo y la consolidación del comunismo en los ´30, ese nuevo orden humano que con Urano en Cáncer creía haber adoptado una forma estable luego de la derrota del nazismo bajo el diseño de dos bloques mundiales separados por una "cortina de hierro", esa nueva humanidad que luego con Urano en Libra parecía encontrar mayor plenitud con los movimientos libertarios de finales de los ´60 y la conquista espacial, ese impulso renovador, creativo y revolucionario llega a su momento de maduración. Es tiempo de constatar los frutos, de evaluar resultados y de registrar el máximo de sus posibilidades. Lo que llega a su plenitud son las potencialidades que tuvo aquel impulso creativo de Urano en Aries en 1928 dentro de la forma estable que supo constituir en el momento de Urano en Cáncer hacia 1948.
Las consecuencias de las tragedias del transbordador espacial Challenger y del reactor nuclear de Chernobyl (ambas ocurridas en 1986) representan dos episodios que desencadenarán la decisión de poner límite a la continuidad tanto de la carrera espacial como del uso de la energía atómica. A su vez, hacia esos años comienza el proceso en cadena de caída del bloque soviético y, con él, el fin de aquel mundo organizado en la bipolaridad constituida en tiempos de Urano en Cáncer (1948). Eso generó una "primavera neoliberal", anunciándose incluso "el fin de la historia" como metáfora que trataba de reflejar el triunfo del modelo capitalista a escala mundial y el inicio de una era en la que ese modelo ya no sería cuestionado.
Por su parte, el acceso masivo a la computadora personal se manifiesta como el fruto del desarrollo tecnológico gestado en los años ´30 y dará origen a la hiperconectividad entre los seres humanos y a una revolución en las comunicaciones sin precedentes en la historia de la humanidad.
De 2010-2011 a 2018-19: Urano transitando Aries (fase I).
La computadora personal e Internet representan la sustancia misma en la que el inicio del nuevo ciclo uraniano de 2011 se desarrollará. Sobre ella se imprimirá el principio creativo y renovador que se desplegará en los próximos 84 años. El libre acceso personal a la información de la red global, el salto de cualidad que representa en la comunicación y en los vínculos humanos, es de una dimensión tan vasta que hoy no nos resulta posible apreciar en sus consecuencias y potencialidades, como no era posible para aquellos que comenzaron a desarrollar la comunicación radial imaginar la PC e Internet.
En los sucesos de este año que en cadena se suscitaron en países árabes, reclamando transformaciones sociales y cambios políticos, se ha puesto de manifiesto el carácter revolucionario de la conectividad en red. Esos acontecimientos colectivos han dejado al descubierto las dificultades (que serán cada vez más irreversibles) para controlar, desde el aparato estatal e institucional, el vértigo de la libre circulación de información entre las personas.
A su vez, la crisis económica en EEUU y Europa de 2008 y 2009 ha vuelto a plantear la necesidad de reformular la relación entre la libertad individual, el capital y la intervención del Estado. Aquella primavera de los ´90 finalizó generando una incertidumbre aún no conjurada respecto a lo que parecía uno de sus más inobjetables logros: la gestación de una comunidad europea y de una moneda fuerte.
En la tragedia de Japón quedó expuesta la vulnerabilidad de las construcciones humanas frente a la actividad vital de la Tierra en la paradoja de su destructiva creatividad. Al mismo tiempo, la amenaza de difusión radioactiva en Fukushima exige el replanteo a nivel mundial del uso de la energía nuclear, una evaluación más madura de sus costos y beneficios, más allá de eslóganes idealistas o la suficiencia (cuando no indiferencia) tecnócrata.
Ha resultado evidente, además, que esa hiperconectividad entre todos los habitantes de la Tierra, más allá de diferencias de idioma, nacionalidad, raza o religión, habilita un nivel de contacto sensible con la información, de resonancia compasiva con el drama humano que transmiten las imágenes, de una contundencia tal que no necesita intermediación de la palabra, ni interpretación ideológica o religiosa alguna para estremecernos. Se trata de una posibilidad acaso inédita de sentir la dimensión transpersonal que atraviesa la experiencia de nuestra conciencia… Y aquí Neptuno transitando Piscis (a partir de abril y agotando un ciclo de 168 años) quizás pueda revelarnos significados que habrán de conmovernos.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario