CAPÍTULO IV
LA FRATERNIDAD DEL ASTRÓLOGO,
EL ARTISTA, EL SACERDOTE Y EL CURADOR
La “relación se puede definir como el sentido, el propósito y el significado de una
cosa con referencia a la sincronización de su conciencia con la de otra cosa a la cual es
atraída por las leyes de la vibración simpática”. Todas estas leyes están inherentes a la Ley
de Causa y Efecto y a los principios de creación y epigénesis.
Existen solamente dos patrones de relación básicos, cada uno de los cuales se
manifiesta a través de la difusión en octavas innumerables por todo el Cosmos. El primero
de éstos es la relación creadora - la del macrocosmo y el microcosmo entre sí. El primer
aspecto de esta relación es el de lo Incognoscible a (lo que podría llamarse) los Logos de
las archi-galaxias. El compuesto de las archi-galaxias, en cualquier punto particular del
tiempo, es el Cosmos manifestado totalmente; cada archi-galaxia es un “punto estructural”
del Cuerpo Cósmico. El segundo aspecto (u octava) de esta relación es la del Logos de cada
archi-galaxia a los Logos de sus galaxias; el tercero es la relación de los Logos galácticos a
los Logos de sus sistemas solares; el cuarto es el de la relación de cada Logos Solar en una
galaxia a los Logos planetarios de su sistema. Desde aquí, descendiendo a la difusión de la
manifestación, la creación se convierte en epigénesis. Para recapitular: La identidad
macrocósmica (desde la unidad a los logos solares) es a la identidad microcósmica (logos
subsolares) como la creatividad (función de la vida) es a la epigénesis. En términos
humanos, puesto que los humanos no son creadores sino epigenitores, la octava más
trascendente de este patrón de relación es la del regenerador universal al superconsciente
colectivo, la conciencia, y la subconciencia; del arquetipo Humanidad; la octava más densa
es la de la relación biológica (epigénesis sexual) de padre e hijo entre sí.
El segundo patrón de relación es el de la fraternidad y se puede definir como: “La
relación de macrocosmos entre sí y la de microcosmos entre sí por el paralelismo de la
facultad creadora o epigenética”; además como toda manifestación es “microcosmo”
relativo a Lo Incognoscible, la fraternidad es la relación de las cosas entre sí por la
atracción magnética a través de la sincronización de semejanzas y desemejanzas de los
estados vibratorios. La esfera mínima de la fraternidad es una cosa en relación a otra; en
toda relación fraternal, las dos cosas implicadas tienen por lo menos un punto de semejanza
mutua y un punto de desemejanza. El punto de desemejanza mutua hace posible la acción
epigenética en la vida de relación. La acción creadora es irradiación de una fusión tenaz de
poderes de polaridad; la acción epigenética es irradiación de las potencialidades de
polaridad de la respuesta al estímulo de poder desde una octava superior. Piense sobre esto.
Un ser humano de evolución relativamente rudimentaria en un punto particular de
conciencia es estimulado epigenéticamente por el contacto vibratorio con otro que está
relativamente evolucionado en este punto. El uno en común es el punto en la conciencia o
el punto de la facultad que cada uno está tratando de cumplir; ellos actúan de mutuo
acuerdo en la aspiración de ese cumplimiento particular. El “punto de desemejanza” es el
contraste entre el cumplimiento relativo del uno y el incumplimiento relativo del otro. El
primero irradia al segundo; éste absorbe del primero. Por lo tanto puesto que el
relativamente maduro debe dar y el relativamente inmaduro debe recibir, cada uno se presta
para proporcionar el progreso al otro.
Lo Incognoscible no tiene fraternidad con ninguna cosa; El es El Uno, el Todo lo
que es. Pero lo que podría llamarse la “energía esencial” es la esencia “biuna”, la polaridad.
En la polaridad se halla la archi-octava macrocósmica de la fraternidad; su “biunidad”
(dualidad en la unidad) se manifiesta como:
1) Voluntad: positiva, proyectante, impregnante, masculina, varón, y como:
2) Imaginación: negativa, magnética, receptiva, reactiva, femenina, hembra.
La acción recíproca de esta “biunidad” hace posible toda función creadora y
epigenética en todas las octavas y ciclos por todas las identidades específicas. Se le puede
dar gran consideración al significado del número dos. No es realmente “dos uno”; es
verdaderamente la exteriorización de las potencialidades de la polaridad del uno. Si la
polaridad es la “energía esencial” “biuna” del Cosmos (la vida interna de la unidad),
entonces el dos es archi-símbolo de difusión de las potencialidades de la polaridad. La
“Humanidad” es un aspecto de la unidad porque es un arquetipo; la dualidad de este
arquetipo es la “difusión” que llamamos hombre y mujer. El sexo (varón y hembra) es la
representación física de la biunidad”; el género (masculino y femenino) es la difusión biuna
del ser vibratorio. Cada macho y cada hembra contiene (o posee) el atributo biuno del
género; el masculino de este atributo es expresión, el femenino es la reactividad. Estas dos
palabras, a su vez componen lo que podría llamarse el “atributo de la aptitud para la
experiencia”, y la experiencia, hablando humanamente, es epigénesis - el desenvolvimiento
evolutivo de las potencialidades. Las cuatro palabras (dos dos) varón, hembra, masculino y
femenino son los puntos de estructura de nuestro ser epigenético; por nuestra conciencia de
ellos, nos identificamos nosotros y los demás como factores en la familia humana
arquetípica, y por medio de ellos se manifiesta nuestra conciencia individualizada de todo
patrón de relación humana posible, mientras pertenezcamos al arquetipo “humanidad”. El
cumplimiento perfecto de conciencia a través de la experiencia como factores de relación,
es el propósito de nuestra evolución.
En el sentido absoluto, toda manifestación en el Cosmos tiene fraternidad con todas
las otras puesto que todos son “hijos de lo Incognoscible”. Si optáramos por hacer el
esfuerzo, nosotros los humanos podríamos palpar un sentimiento de fraternidad con los
habitantes de planetas de otros sistemas solares así como con los de nuestro sistema.
Podemos, no obstante, percibir intelectualmente, por analogía, la fraternidad de octavas
más altas de Vida considerando la fraternidad recíproca de las fuentes creadoras en orden
descendente hasta la identidad que llamamos el “Logos Solar”. Esto representa el aspecto
exotérico de la relación fraternal arquetípica - el paralelismo por la identidad a través de la
semejanza del atributo creador. Nombraremos, en orden descendente, las fraternidades de:
Los Logos archi-galácticos, los Logos galácticos, los Logos Solares, los Regentes
Planetarios, los Regentes de los Satélites y en términos de la Tierra, los miembros de cada
ola de vida específica, de cada arquetipo, y de cada especie de cada arquetipo. La
fraternidad de los mamíferos, por ejemplo, incluye a todos los humanos, a los gatos,
ballenas, roedores, etc., pero cada una de estas especies, es, en sí misma, una fraternidad.
Hay también dos fraternidades en cada arquetipo, de machos y de hembras. Este aspecto
exotérico de fraternidad se refiere a la forma, a la identidad, al patrón de estructura, al
patrón de instinto y a la potencialidad creadora o epigenética. Es el “quién y qué de la
fraternidad manifestada”. Dele un poco de elasticidad a su -mente para considerar esta
“agrupación fraternal” dé las formas de Vida.
El aspecto esotérico de fraternidad tiene que ver con la relación mutua por el
paralelismo del desarrollo evolutivo referente a la fuente creadora - en nuestro caso, nuestro
Logos Solar. Nosotros, como habitantes de la Tierra, tenemos fraternidad con los habitantes
de todos, los planetas de nuestro sistema - todos procedemos del mismo origen creador. En
un sentido más condensado, nosotros (como el desarrollo epigenético más elevado en este
planeta) tenemos una fraternidad más íntima con el desarrollo más elevado en cada uno de
los otros planetas de nuestro sistema. Una mayor consideración subjetiva: Nosotros, en este
planeta, somos más íntimamente fraternales con todos los otros cuyos cumplimientos e
incumplimientos de idealidad son similares (paralelos) a los nuestros. Esta fraternidad
trasciende en significación a todas las otras que se refieren al sexo, la raza, la nacionalidad,
etcétera. Es la fraternidad de octavas de conciencia, y todos los miembros de fraternidades
de almas están mutuamente magnetizados por medio de la atracción de sus similitudes más
las desemejanzas para el desarrollo epigenético. Todos los músicos, por ejemplo, desde los
más primitivos hasta los más cultivados, son fraternales entre sí porque todos los que
pertenecen a esta fraternidad tienen en común una semejanza de expresión estética - no
importa el grado de diferencia en su esfera. La archi-fraternidad de trabajadores tiene su
difusión “biuna” en el patrono y el empleado; pero todos los miembros de ambas
clasificaciones (general o específicamente) son paralelos entre sí en la clase de servicio que
rinden para el progreso de la vida humana. Esta fraternidad, en su estado rudimentario, está
congestionada en el concepto de que “el dinero es la razón para el trabajo”; en su estado
evolucionado, la realización lograda es que “el dinero es una evaluación externa y una
expresión de intercambio entre la gente - y que el servicio amoroso es el ideal que debe ser
realizado”. En cada factor de la experiencia humana, un principio une a la gente en
agrupaciones por medio de la relación mutua - el principio de lo “interno” de la actividad
del trabajo; la acción externa es el medio por el cual la realización de principio es
evolucionada. Cada principio de vida pone al abrigo (como hace el Gran Maestro de una
logia o de una organización espiritual) a toda fraternidad humana en la cual y mediante la
cual la realización de la verdad es destilada.
Considerando de ese modo la naturaleza de la fraternidad, nos damos cuenta
claramente del hecho que lo que llamamos “entidad” es una designación de nuestro
sentimiento sobre alguien; no es ni podría serlo nunca una designación de identidad
específica. Los sentimientos de entidad son congestiones de conciencia del amor,
congestiones de poderes epigenéticos, etc., que nosotros sentimos cuando nuestros
incumplimientos son estimulados por la vibración de otro. Ninguna parte de un horóscopo
humano representa una delineación de “enemigos declarados o secretos” porque ningún ser
humano es enemigo de otro. Esas partes del horóscopo que se nos ha enseñado a delinear
de esta manera (filosóficamente falsa) son aquellas que cuando se estimulan por puntos
similares en el horóscopo de otro nos hacen darnos cuenta de nuestros sentimientos de
culpabilidad, de frustración e inseguridad. Mientras no nos demos cuenta de nuestro
paralelismo con la otra persona identificaremos estos sentimientos con palabras tales como
odio, miedo, detestación, disgusto, etcétera. Decimos que odiamos, tememos, o detestamos
a la persona. Eso no es verdaderamente cierto; odiamos nuestra ignorancia, nuestras
congestiones y nuestros ideales falsos; no odiamos a la gente. Desde el momento en que
nos percatamos de la verdad que algo en esa persona se asemeja a algo en nosotros,
empezamos a vislumbrar nuestra fraternidad (unión) con ella; algo en nuestra conciencia
que quiere (aspira) disolverse y evolucionar, inmediatamente empieza a trabajar en ese
punto para hacernos conscientes de nuestro paralelismo regenerado con esa persona. Un
ejemplo, no menos, de la misericordia de la vida. En la opinión del autor, dada en un
artículo previo, las congestiones intensas epitomizadas por el signo fijo de Escorpión,
regido por Plutón, encuentran su gran disolución en el signo de Géminis porque Géminis es
el símbolo astrológico de la esencia de la percepción fraternal.
Teniendo en mente que (hablando simbólicamente) las líneas rectas son
abstracciones de las curvas, considere el hecho que el símbolo para este signo común de
aire es el único de los doce formado por cuatro líneas - dos horizontales y dos verticales.
Como tales ellas son las abstracciones de los cuatro semicírculos iniciados por los puntos
de estructura cardinales del Gran Mándala Astrológico. Representan también desde otro
acercamiento, la “cuadriplicidad” de lo que es inherente a los diámetros vertical y
horizontal del Gran Mándala - el compuesto cuádruple del sexo genérico de la familia
humana arquetípica; doble Procreador y doble Engendrado - macho y hembra como
manifestadores y como reactores. Representa la esencia del paralelismo de los padres con
los hijos en el sentido que todos los padres han sido niños y los niños tienen la
potencialidad epi-genética de convertirse en padres, o “dadores de vida”.
Por lo tanto representan el paralelismo de todas las manifestaciones porque todos
los creadores han sido epigenitores y todos los epigenitores tienen las potencialidades de
convertirse en creadores. El creador es “hermano mayor” para el epigenitor; el epigenitor es
“hermano menor” para el creador. El mayor, en cualquier arquetipo, es el que está más
próximo a la unidad. La fraternidad del matrimonio se observa en la semejanza de poder
epigenético del macho y hembra humanos sincronizados con la complementación de
desemejanza de la función física. La acción fusionada de dos unidades sexuales humanas
proporciona el reactivo de la sincronización cuádruple (expresiva) de macho y hembra, la
fraternidad epigenética de la transmisión de la vida. Marido y esposa son “hermano y
Hermana” en el servicio amoroso de la paternidad. Piense sobre esto si usted se siente
inclinado a arrojar toda la culpa de su infelicidad material (si la tiene) sobre su compañera.
Tal vez usted debe recordar la fraternidad profunda e intrínsecamente inherente a la
relación. Aquellos de ustedes que estuvieran congestionados en un mal sentimiento hacia
uno de los padres: recuerde que usted y el padre o la madre son fraternales por ser
miembros del mismo grupo de familia; sus semejanzas y desemejanzas son lo que los
magnetizaron entre sí para el cumplimiento mutuo. Aprenda de usted mismo, estudiando y
percibiendo estas semejanzas; usted no tiene mejor fuente de instrucción.
En referencia al tema en cuestión, la fraternidad del astrólogo, el artista, el sacerdote
y el curador abarca la fraternidad de regeneradores epigenéticos. En relación con la fuente,
éstos son representados como la cruz mudable, los dispensadores de encauzamientos de
sabiduría y de poder regenerador. Como tales, ellos son los “hermanos menores de Dios” en
este plano. Pero en relación con los ignorantes, congestionados cristalizados, etc., ellos
están representados por la cruz fija, iniciada por el signo de fuego Leo, un símbolo de
aquello que corresponde a nuestra Fuente Creadora, la “humanización de la Divinidad”.
Los Radiadores de Poder inspirados de este plano son los “reyes de la Tierra”; aunque
Capricornio-Cáncer representa abstractamente el principio de “paternidad de las formas”,
Leo-Acuario representa el principio de “paternidad de los Espíritus” porque es por medio
de este diámetro que el poder solar creador es liberado a través de esta manifestación. (En
la instrucción oculta se ha dado que nuestro sistema solar tuvo su incepción, o comenzó su
manifestación, cuando el Sol por precesión, estaba en el signo Leo - el signo de la fuente
radiante -. Tauro-Escorpión es el aspecto del deseo, de la creación, es el símbolo bipolar de
nuestra creación como epigenitores. Leo-Acuario, sin embargo, es la Fuente del poder
epigenético, es el atributo del amor en el cual y a través del cual encontramos nuestro
Centro Divino. Antes que el sexo fuera, fue el amor, y la fraternidad de regeneradores son
los que revitalizan la conciencia espiritual de la humanidad por sus liberaciones del poder
fusionado de Sol-Urano. Como tal, ellos son nuestros hermanos y hermanas mayores, y
fraternales a nuestros Espíritus como son nuestros padres y madres a nuestra expresión
como cuerpos en este plano.
Los grandes Regeneradores de este planeta pueden parecer y a veces ciertamente
parecen Dioses para aquellos menos evolucionados. Ellos conocen su fuente de poder y han
destilado la sabiduría para irradiar ese poder conforme a los principios del cumplimiento.
Poseen extensiones de nuestros propios atributos por los cuales asumen la semejanza de
superhombres. Hacen patente nuestra Idealidad Interna como individualizaciones de
nuestro arquetipo y nosotros somos propensos a “reverenciarlos” como reverenciamos el
concepto de Dios. Sus irradiaciones de poder como iluminación por la sabiduría, el amor, la
belleza y la curación, alcanzan lo más íntimo de nuestro ser. Ellos encienden un fragmento
del Ser que mora eternamente dentro de cada uno de nosotros; por consiguiente, nosotros
nos damos cuenta de nuestra divinidad inherente, por medio de sus servicios y
experimentamos una transfiguración de conciencia que nos hace sentirnos como habitantes
de un mundo celestial. Debido a nuestra naturaleza de personalizar nuestras reacciones y
sentimientos, decimos que amamos a esta gente: así es, pero lo que realmente queremos
decir con esto, es que por la respuesta a su ignición de nuestra conciencia, percibimos más
claramente que nunca ese amor que es Dios, la gloria trascendente, transformadora, la cual
es nuestra armonización - al menos por un corto tiempo - de lo que realmente deben ser
nuestras vidas. Mantener viva esa “magia” es parte del servicio que nos concierne como
humanos, y por su regeneración de nuestra conciencia, irradiar la inspiración, el regocijo y
el amor sanador a los relacionados y conocidos de nuestra esfera inmediata. Cada uno de
nosotros a su manera y conforme a su desarrollo y aspiración, puede ser también un canal
para los poderes mágicos del Bien.
Recordemos que (aunque semejantes a Dios) aún los altamente evolucionados de
esta Fraternidad de Regeneradores, son humanos en este plano. Y es justamente posible que
cualquiera de ellos pueda congestionarse en algún factor específico de su conciencia. No
importa lo devotos y adoradores que seamos, debemos liberar aún a los más hondamente
amados a ser ellos mismos como individuos, a cometer sus “faltas humanas” y ejercitar el
derecho de esos errores. Cuando amamos hasta el punto de guardar una gratitud de todo
corazón por los servicios inspiradores rendidos y liberar los dolores de la desilusión y el
desengaño cuando nuestros “mayores” muestran pies de barro, nosotros elevamos y
purificamos la cualidad de nuestra respuesta vibratoria y liberándolos de las congestiones
personales, hacemos posible su libertad para regenerarse y curarse ellos mismos. La
“liberación” que extendemos en verdadera devoción amorosa es la esencia de lo que ellos
han tratado de enseñarnos; la evolución regeneradora es el proceso de liberación de
congestiones y ya sea a través de la respuesta al arte, a la religión o la enseñanza filosófica,
a los medios de curación, etc., experimentamos liberación en toda respuesta a los medios
regeneradores. El regenerador que se congestiona en el falso orgullo, la codicia por el
aplauso y la aclamación, la cristalización intelectual, menoscabando sus poderes radiantes
al usarlos como sustituto de una frustración personal en vez de servicio amoroso, está
reaccionando simplemente con algo en su ser que se refiere a su parte “aún humana”. El
astrólogo, el sacerdote, el artista y el curador, pueden encontrarse con estos puntos en su
experiencia; la tendencia a permitir que la decepción personal los saque de línea, la
tentación a la congestión por el autoaislamiento y de congestionarse por la terquedad y el
prejuicio, los retos del mundo material de las finanzas y los medios materiales, etc., son
todos, para los miembros de esta fraternidad, puntos críticos en la experiencia; mucho
depende de ellos - tanto ha de ser enfrentado para que la claridad de la canalización y el
poder radiante puedan ser mantenidos -. El astrólogo debe buscar siempre las verdades de
la vida tal como están representadas en su mapa; él no puede en verdad, percibir los valores
completos del mapa de otro hasta tanto haya manifestado su deseo de ver lo suyo con
desprendimiento y discernimiento. Esta es la primera de sus responsabilidades ocultas; de
la cualidad de su determinación de cumplirla a su paso por la vida, dependerá la cualidad de
su sabiduría de servicio amoroso para los otros.
En conclusión, un pensamiento fraternal para todos los regeneradores que han
escogido el sendero de la guía astrológica: Que el loto de vuestra alma desenvuelva Sus
perfecciones del blanco y del oro en las aguas apacibles de la simpatía ilimitada y
verdadera; que la rosa roja del amor y el valor inspirativo florezca en la Cruz de sus
identidades y la glorifique.
***
del libro " Estudios de Astrología VII ", de Elman Bacher
*
*
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario