Reflexión para la luna nueva del 10 de
Mayo de 2013
Sucede en 19º 31’
de Tauro. Eclipse solar anular.
Cualquier inicio pide una continuación
para que el arquetipo original se desarrolle. Ésta es la naturaleza del signo
de este mes, fijo y de tierra: continuidad y trabajo de proximidad, unidos a lo
que amamos y a lo que generamos. Su simbolismo incluye una res cuidando a su
ternero sin desmayo. Tauro se compromete sólidamente con las formas de vida
afines, asume el desarrollarlas como su misión cósmica. Dichas formas expresan
una polaridad del espíritu, y la luz espiritual de Tauro impulsa a este signo a
recorrer los caminos de la manifestación. En este signo nos acercamos a una
faceta del tercer aspecto creador del Gran Arquitecto del Universo, El Movimiento,
la inteligencia creadora que se involucra en la materia y desarrolla los
mundos.
Con la primavera cósmica en plena
expansión, este eclipse solar extenderá sus efectos durante los próximos doce
meses. Fuerza, inteligencia y visión son palabras que describen sus
aspectos y amplían los matices del festival cósmico que tenemos a nuestro
alcance.
Para realizar esta tarea hercúlea se
precisa una constancia sin distracciones. El rayo de Tauro nos hace vivir para
esas formas, con una relativa ceguera a todo lo demás. Como regente, Venus le
transmite esta capacidad creadora y que aporta una gran cohesión. Por este
motivo, en astrología se habla en algunos momentos del egoísmo, la testarudez y
la injusticia con las que a veces responden las personas a la vibración de
Tauro. Estas conductas egocéntricas son la consecuencia menos luminosa de
centrarse en una forma con preferencia a las demás: puede tratarse de un
pensamiento, un proyecto, un bien material, una familia, un deseo... Cuando
trabajamos con la vibración de Tauro en el mundo material necesitamos el
equilibrio que ofrece Escorpio, el signo complementario. Es legítimo defender a
los nuestros hasta el final, pero si en esa actitud atropellamos a otras
personas, que también tienen familia, pensamientos propios e intereses
legítimos, nos hemos apartado de la sabiduría de Tauro, y sufriremos luchas y
pérdidas hasta que aprendamos que, como personalidad, no somos la medida de
todas las cosas. Escorpio, la disolución de las formas, muestra a Tauro que la
parte de su tarea que realiza en los planos de la forma tiene un tiempo
limitado. El objeto concreto de su amor no durará siempre, aunque sienta una
felicidad inmensa entre tanto. La energía que lo habita, ésa sí es imperecedera
y se transformará a su tiempo, al igual que de un huevo en un nido termina
saliendo un águila capaz de volar por los cielos.
Tauro suele tener las cosas claras y
pisa la tierra con firmeza. En este mes podemos nadar a favor de la corriente e
infundir ánimo renovado y desarrollar aspectos de aquellas iniciativas
profundas que hayamos tenido en los meses previos. La vibración imperante nos
ayuda a expresar amor por personas, proyectos y en general todo lo que nos
rodea. Hablamos de un amor nutricio, de cuidados, que permite crecer a quienes
lo experimentan. Nuestras vibraciones resuenan en el entorno, invocan al Cosmos
y Él nos las devuelve multiplicadas, porque así es su naturaleza. El
conocimiento de esta verdad aporta una inmensa tranquilidad a las personas de
Tauro. En los caminos del segundo signo del zodiaco llega un momento en que se
trasciende lo material. En ese momento iniciático aceptamos que
compartimos con las formas sólo un trecho del sendero que como espíritus
creamos, pues el grano sembrado termina volviendo a la tierra. Es imposible
mantenerlo siempre en su máxima expansión y madurez en la caña, porque toda
vida tiene un ciclo. Aceptamos así esta verdad y seguimos nutriendo las formas
en su justa medida, cada vez más servidores y cada vez menos poseedores de
nada. Los pies de quienes transiten este sendero siempre pisarán suelo firme
porque, en los planos internos, la mismísima Vida Una es el suelo que pisan.
Que la luz sea contigo.
El equipo de Luz interna.
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Agradecemos al Sr. César Lillo Arellano, por este artículo
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Agradecemos al Sr. César Lillo Arellano, por este artículo
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