sábado, 9 de septiembre de 2017

Argentina 2017 (I): Afectivos, ilustrados, fascinados




Argentina 2017 (I): Afectivos, ilustrados, fascinados

Alejandro Lodi

(Agosto 2017)

Esta serie de ocho notas acerca de la carta natal de Argentina
 y sus momentos cíclicos relevantes para 2017 
se basa en la charla realizada el 16 de junio 
en la Escuela de Lenguajes Simbólicos “Consideral”. 
Gracias a Beatriz Leveratto por ofrecer 
su espacio y a Ana Victory por la
 transcripción de la grabación.

Les voy proponer, inaugurando la práctica de una “astrología preventiva”, un mantra libriano disolvente de polarizaciones que dice:

“Ambas cosas pueden ser ciertas…”.

Quizás les parezca que no tiene sentido, pero vamos a tenerlo presente a lo largo de esta charla. Quizás no sea necesario recurrir a él, pero, si en algún momento de la conversación sentimos que se impone, nos pondremos todos en posición de loto y diremos al unísono: “Ambas cosas pueden ser ciertas…”. (Risas). Les aseguro que tiene el mágico efecto de disolver polarizaciones.



Mi intención es hacer foco en el presente y valernos del pasado, pero sin irnos demasiado lejos en el tiempo. Vamos a intentar mantenernos en la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos recorrido del XXI, para proyectarnos hacia el futuro más o menos inmediato.

La carta natal de Argentina tiene tres tramas energéticas principales. Es algo que hemos desarrollado en otros encuentros (*), por lo que ahora solo presento una síntesis recordatoria.

Una de esas tramas está constituida por Sol en Cáncer y en Medio Cielo, en oposición a Luna en Capricornio y en casa IV. Argentina es Luna Llena. Sol en Cáncer simboliza una identidad nacional ligada a la calidez, al celo por lo propio, que valora lo sentimental. Se trata de la patria afectiva.



En astrología mundana, la Luna simboliza al pueblo y la casa IV al patrimonio, el pasado, la memoria compartida. Sol en Cáncer y Luna en casa IV configura una comunidad replegada en la pertenencia de origen, en la fidelidad a lo conocido y muy desconfiada de “lo de afuera”. Por su parte, el Sol representa a la figura gobernante y el Medio Cielo a las posiciones de prestigio y honor. Sol en Cáncer y en Medio Cielo refiere a una autoridad de gobierno muy individual, de altos valores y gran calidez afectiva (o, por lo menos, la necesidad de que lo sea). Es decir, este recorte habla de la atracción por figuras de autoridad con fuerte personalidad, que nos gobierne y -sobre todo- que nos quiera, tal como un padre o una madre quiere a sus hijos. Con lo cual la relación entre pueblo y mandatario adquiere un carácter vertical. El que manda otorga con generosidad y la población recibe -agradecida- lo que le brindan. El gobernante no es uno más entre nosotros que asume una función destacada que lo compromete con la comunidad, sino que es una personalidad singular -cuando no un líder providencial al que se le rinde culto- que tiene atributos muy especiales y de cuya voluntad -benefactora y bien intencionada- depende nuestra suerte. Desde esta característica energética, nuestra entidad nacional tiende a adherir a líderes carismáticos y a concentrar el poder en la voluntad de caudillos benefactores (rasgo de los feudos), antes que a apreciar la circulación del poder y la alternancia en su ejercicio (valor de la democracia). Revela nuestra tendencia a una forma de gobierno presidencialista y uniforme. La búsqueda de organizar nuestras relaciones sociales alrededor del encanto de una figura fuerte, protectora, a la que solo resta obedecer con devoción filial.

Otro recorte de la carta es el que podemos llamar la patria ilustrada. Técnicamente está compuesto por Ascendente en Libra, Júpiter en casa I y Venus –gobernante de la carta- en casa IX.



Libra es abrirse al encuentro complementario. La cualidad de Libra es la capacidad de entregarnos al vínculo, establecer vínculo con quienes son diferentes y desconocidos, con quienes no compartimos memoria. Libra significa ofrecenos a vínculos que no son familiares y, en ese sentido, es casi lo opuesto a la cualidad canceriana. Si en el primer núcleo energético hay mucho celo por lo propio, aquí hay una gran disposición de apertura a lo lejano, a lo extranjero y al viaje del conocimiento, a la aventura de las ideas y a la búsqueda de sentido trascendente e integrador. Esto promueve el idealismo y también una valoración jerárquica de la relaciones humanas que, en su modo polarizado, tiende a un elitismo aristocrático, a justificar inequidades en virtud de atribuir una superioridad moral a determinadas cosmovisiones y principios ideológicos o religiosos por sobre otras. Predispone a formas de organización social como la de democracias calificadas, totalitarismos reaccionarios o vanguardias revolucionarias.

En principio, la patria ilustrada está en conflicto con la patria afectiva. No hace falta profundizar demasiado para descubrir que es la historia argentina: el gaucho o el extranjero, cerrarnos en lo propio o abrirnos al mundo, lo valioso está afuera o lo valioso está adentro.

Y el último recorte es el que podemos llamar la patria oculta o, mejor aún, la patria fascinada.


Es un contenido de la carta natal que involucra a Neptuno en Sagitario en aspecto con Plutón en Piscis en casa VI, a Quirón en Piscis en casa VI, a Júpiter en Escorpio. ¿Qué significa esto? Plutón es la función transformadora, la disposición a jugar profundidad e intensidad vital; y está en un área de hipersensibilidad (Piscis). Hay una enorme sensibilidad a la potencia curativa y regeneradora, tanto como una fascinación por lo épico y por el sacrificio redentor. El don de esta cualidad energética es una notable sensibilidad compasiva, la capacidad de percibir el sufrimiento del otro y propiciar su sanación; pero esa gracia puede quedar capturada por el hechizo de la entrega heroica. Es el encanto del arquetipo del mártir, del santo redentor, del mesías salvador, de la víctima propiciatoria o el chivo expiatorio. Morir por nobles causas, matar por nobles causas. En su distorsión más extrema, para este recorte la vida no vale nada y debe estar consagrada a ideales superiores. Los rituales de muerte y el sacrificio de la vida. Puede ser la aspiración del santo, la fuerza que mueve al fundamentalista religioso, o la convicción fanática del militante ideológico. Para la astrología cada una de esas expresiones es la misma energía en diferente grado de manifestación.

Aquí aplica la paradoja de Neptuno, que representa la empatía capaz disolver toda separatividad entre adentro y afuera y abrir una sensibilidad amorosa universal, tanto como la ilusión convincente de encarnar el amor en contra del odio, el bien en contra de la mal, la luz en contra de la oscuridad, las víctimas en contra de los victimarios. De este modo, siendo la cualidad neptuniana la más próxima a la percepción de la realidad como polos en relación necesariamente complementaria (la percepción de yin-yang), puede generar la más severa disociación perceptiva en la que la conciencia se refugia en una burbuja ideal (la fantasía oceánica del paraíso en la Tierra, la sociedad sin clases, un mundo sin egoísmo…) y repudia todo contacto exterior que no la confirme. Este modo regresivo de lo neptuniano constituye la realidad como polos en conflicto excluyente permanente, la polaridad como batalla, el anhelo del triunfo definitivo de un polo sobre el otro y la entrega en sacrificio por el control de la circulación vital. Y es mucho más contundente cuando Neptuno está en contacto con Plutón. Se excita, entonces, la fantasía de absoluto, de que la realidad coincida con la visión de un polo (el verdadero, el nuestro). En los vínculos sociales esto se traduce en la polarización maniquea, en la percepción del otro como “un enemigo a destruir” antes que un ser humano distinto a mí con quien comparto la vida en comunidad.

¿Qué significa que estemos definiendo cualidades energéticas de nuestra entidad nacional? Significa que estamos transparentando patrones arquetípicos inconscientes que operan sobre nuestra conciencia colectiva, formas psíquicas que condicionan nuestras respuestas, que propician reacciones mecánicas y repetitivas, y que no resultan exclusivas de determinadas ideologías sino que las atraviesan. Cuando se activa su hechizo, podemos ver encarnados estos tres patrones en políticas de izquierda o de derecha, en posiciones conservadoras o progresistas. Aunque, por cierto, para percibirlo nuestra conciencia debe estar dispuesta a desencantarse de ideas afectivizadas, valores seguros o cosmovisiones cómodas en las que ha hecho identidad. Nada sencillo.

Los diferentes momentos cíclicos de la carta de Argentina activan a alguno de estos focos energéticos y presentan diversos desafíos a la conciencia colectiva. Los climas característicos de esos momentos indican oportunidades y riesgos. Simbolizan, en definitiva, crisis de madurez que marcan la revelación de lo que somos, el despertar de nuestras potencialidades o la evidencia de nuestras patologías.


(*) Ver “Argentina astrológica (I): la revolución de la convivencia”.

(Continúa en “Argentina 2017 (II): La oscuridad transversal”).


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