sábado, 9 de septiembre de 2017

Argentina 2017 (II): La oscuridad transversal

Argentina 2017 (II): 
La oscuridad transversal

Alejandro Lodi


(Septiembre 2017)


Luego de describir los tres tonos energéticos destacados de la carta natal de Argentina (la patria afectiva, la patria ilustrada y la patria fascinada), vamos a desarrollar la cualidad de los ciclos astrológicos del presente y de los próximos años.

Presentar ciclos y tránsitos significa abordar procesos. Quiero decir, no nos vamos a conformar con “la foto del momento”, sino que el presente no está aislado del pasado ni del futuro. Los acontecimientos de la actualidad son fase de un proceso que se viene desarrollando y lo seguirá haciendo. Tenemos la tendencia a creer que siempre estamos en un momento fundante de la historia, pero, en verdad, aun cuando puedan pasar cosas novedosas, todo lo que ocurre está dentro de una lógica de proceso. La astrología es lógica de procesos. Cada cosa que ocurre es fase de un proceso, viene de algún lado y va hacia algún otro. Además, la astrología es circular y los ciclos se repiten. ¿Qué quiere decir esto? Que quizás para poder comprender lo qué estamos viviendo hoy, encontremos claves en las vivencias de esos mismos climas en el pasado. El pasado puede ser un condicionante que nos lleva a la repetición o también una referencia creativa; todo depende de la madurez con la que la conciencia (en este caso colectiva) haya elaborado los traumas de la experiencia.

Está ocurriendo hacia 2016-2017 una específica fase del ciclo de un planeta muy lento a la carta natal de Argentina: Plutón transita la casa IV, lo que además significa que desarrolla la cuarta fase del ciclo que comenzó cuando cruzó el Ascendente.






La primera vez que un planeta cruza el Ascendente de la carta de un país sí merece ser considerada como un momento fundante de la historia. Muchos más si se trata de Plutón, porque está inaugurando un ciclo de 250 años. El primer ciclo de Plutón en la carta natal de Argentina se inicia en 1982. Estamos astrológicamente legitimados a considerar que en esa fecha se inicia “una historia de Plutón” en nuestro país, que comienza a expresarse con una conciencia y visibilidad inédita, y que todo lo vivido con anterioridad es una pre-historia plutoniana.

Pero ¿qué simboliza Plutón y cómo se lo considera en astrología mundana?


Plutón representa al dios de las profundidades infernales, de las intensas y oscuras honduras del alma, tanto transformadoras como destructivas, tanto nutritivas y vitales como tóxicas y mortales. En lo psicológico, es indicador de la pulsión. La pulsión vital es amoral, no está sometida a criterios de bien y mal. Por eso es, psicológica y físicamente, pulsión de vida y pulsión de muerte, eros y tanatos, lo creativo y lo destructivo: no hay creatividad (ni integridad) sin destrucción.


Plutón refiere a cómo la conciencia organiza la potencia vital. Plutón tiene que ver con el poder. En la carta de un país, aporta claves acerca de cómo esa comunidad organiza el poder, cómo circula y qué trama de relaciones genera. Se vincula con las relaciones económicas de producción, con la explotación de los recursos y de la fuerza del trabajo, con el mundo empresario y sindical. Como fuerza psíquica, Plutón en la carta de un país simboliza la pulsión de la masa, en su modo generador y transformador, o en su expresión ciega y adictiva. Representa la fuerza de la vida: su organización, su sublimación creativa y su desborde destructivo.

Generalmente, a escala individual, los humanos reaccionamos a Plutón: sentimos la necesidad de concentrar el poder, para no quedar sometidos al poder del otro. Como naciones, hacemos lo mismo… y un poquito peor también. Concentrar poder produce mucha excitación, pero al mismo tiempo, mucho miedo. Con todo criterio, la conciencia sospecha que, en verdad, está a merced del inconsciente, que irreversiblemente la fuerza pulsional de la vida doblega a la voluntad personal. En palabras del poeta Evaristo Carriego “en el fondo temible de tu alma anda suelto un espanto de fiera…”. Plutón es el planeta de las adicciones. La sensación de que hay una fuerza dentro de nosotros que no puede ser controlada por la personalidad, que se impone a ella y nos conduce a pesadillas. El apego a conductas que producen alta satisfacción y placer en lo inmediato, pero que terminan siendo tóxicas y autodestructivas.

Por primera vez en la historia de la Argentina, Plutón transita el Ascendente en 1982 e inicia el primer ciclo por la carta natal. Con la particularidad de que lo cruza de la mano con Saturno. El señor de los límites también comenzaba un ciclo en 1982. El protagonismo de la pulsión psíquica colectiva (Plutón) y del principio de realidad (Saturno). El inicio de un ciclo de la estructuración del poder en nuestra comunidad. Un tiempo en el que no es posible eludir los hechos que expresan los contenidos más sombríos del inconsciente colectivo, de asumir sus consecuencias para desarrollar madurez y regular el uso del poder. Un tiempo propicio para que cobre protagonismo y emerja a la luz de la conciencia colectiva todo el horror y el daño que pudimos provocarnos entre nosotros, todo el desprecio por la vida que pudo reproducirse en nuestros vínculos.

En 1982 la entidad nacional comienza a estructurar la expresión del poder, a construir la forma institucional que contendrá las relaciones de poder entre individuos, corporaciones, estamentos, clases. Esto incluye, por supuesto, el poder económico, el poder político y el poder religioso. Es una transformación cultural que coincide con la fundación de un bloque histórico. En sincronicidad, es el inicio de la era democrática.

En 2016-2017, Plutón ingresa por tránsito a la casa IV. El proceso iniciado en 1982 llega a su momento de forma (fase IV de un ciclo). Aquel modo de organizar el poder adquiere una definición, un formato. La democracia soñada en 1982 es la realidad que deja en evidencia el presente del 2017. Un momento crucial. La forma que adquiere la organización de la pulsión psíquica colectiva va a determinar el resto del ciclo.

Toma forma la organización del poder gestada desde la recuperación de la democracia en 1983. Y aquí hay un punto clave: la astrología nos dice que no podemos responsabilizar de lo que vemos hoy a lo que ocurrió antes de esa fecha. Las relaciones de poder que muestra hoy nuestra sociedad son la gesta de esta democracia. Toda la potencia transformadora y regeneradora que exhiba hoy el proceso histórico iniciado en 1983 es propia del sistema que hemos construido, tanto en sus luces como en sus sombras. La democracia surgida del horror ha generado otros horrores.

Aquí es donde el astrólogo calla y propone una meditación colectiva. Seguramente cada uno, con su sensibilidad, puede apreciar que hay una deuda ética y moral entre nosotros más grande de la que quisiéramos tener. Quiero decir, de la mano con el fervor democrático, la forma que ha adquirido Plutón en estos años ha transformado traumas y superado dolores, pero ha generado desigualdades severas y hábitos tóxicos graves. Más allá de nuestras creencias e ideas políticas, siendo muy honestos y sinceros con nuestra percepción, se ha hecho (se está haciendo) muy evidente una circulación y manejo muy oscuro del poder. Claro, compararlo con la oscuridad previa a 1983 permite “blanquearlo” porque nada podría ser más oscuro que aquello. Pero el ciclo de Plutón no permite esa treta autoindulgente: el ciclo empezó en 1983 y se trata del poder construido desde esa fecha.

Es el tiempo de asumir la sombra de la democracia. La violencia cotidiana, la exclusión social, el narcotráfico, los hábitos de consumo de drogas, la oscuridad de los servicios de inteligencia, la corrupción política, judicial y policial, la trata de personas, los crímenes y atentados sin resolución ni condena, son los hechos que transparentan la forma del poder gestada (o, al menos, reproducida sin solución de continuidad desde el pasado) desde la recuperación de la democracia en 1983. No es de otra sociedad ni se corresponde con otro sistema político, sino que es la oscuridad de la democracia a la que supimos dar forma en esta comunidad. No son patología de la democracia, sino de “esta” democracia. La salud de nuestra democracia dependerá de la madurez y responsabilidad con la que asumamos la toxicidad que circula en el sistema. Y con Plutón en tránsito por la casa IV descubrimos que hay más toxicidad de la que imaginamos.

Así como no podemos acusar al pasado, tampoco podemos señalar a una facción política, corporación económica o estamento social de esta. La evidencia horrible interroga e involucra a todos. La instalación del narcotráfico no es el perverso triunfo de un grupo, sino el logro de una red de complicidades (más activas, más pasivas) que involucra a la sociedad de un modo transversal.

Otra gran sombra de nuestra democracia es la cristalización de la pobreza. La pobreza estructural. La pobreza naturalizada. La generación de 30 % de pobres en nuestra población, cautivos de operadores políticos que asisten a cambio de favores electorales, sin modificar las condiciones de base, sin ofrecer horizontes de progreso, sin comprometerse con la transformación y reversión de la situación de exclusión. El 30 % de la población condenada a la postergación permanente (como lo fueron sus padres, como lo serán sus hijos), amenazada sin salida por la marginalidad, la delincuencia y la droga.

Pero ¿esto responsabilidad de la democracia que empezamos a construir desde 1983 o viene de mucho tiempo atrás y atraviesa toda nuestra historia?

Convoquemos al mantra: “Ambas cosas pueden ser ciertas…”.

De todos modos, la calificada responsabilidad del proceso democrático que iniciamos en sincronicidad con el tránsito de Plutón por el Ascendente en 1983 se hace muy evidente con el narcotráfico. El narcotráfico, la instalación del narcotráfico en nuestro país, es un oscuro logro de nuestra democracia. Es una de las sombra más pesadas de nuestra democracia. No sabemos cómo pero quedó instalado. Y si está instalado es porque esto ha sabido penetrar la capa política, policial y judicial. Más aún, el narcotráfico es un fenómeno cultural, incluye dimensiones que van mucho más allá de la institucional, Compromete la educación, el arte, nuestros hábitos y costumbres cotidianas. Y va de la mano con el progresivo deterioro de la calidad de vida y de la pobreza estructural.

Finalmente, en esta sustancia sombría que golpea a nuestra conciencia colectiva en el contexto de Plutón en tránsito por casa IV (es decir, en fase IV de proceso iniciado en 1983 con su cruce del Ascendente) sobresalen otros dos componentes que provienen de muy lejos y que mantienen una continuidad incómoda para nuestra conciencia democrática. Uno es el de la corrupción estructural, naturalizada en la amplia gama de estamentos de la sociedad: organizaciones políticas, instituciones judiciales, entidades empresarias y financieras, policías y agentes del orden, clubes de fútbol… El otro es la tenebrosa y persistente acción de los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad, que operan casi desde una realidad paralela de la que nunca termina de enterarse el común de la población.

Estas sombras que atraviesan la historia democrática de las últimas tres décadas -la instalación del narcotráfico, la cristalización de la pobreza, la naturalización de la corrupción y la continuidad de los oscuros hábitos de sectores ligados a seguridad e inteligencia- son cuestiones que, aunque las incluyan, exceden la discusión política, la reflexión de académicos, o las posiciones fijas de nuestras ideologías. Su reversión no tiene nada que ver con el triunfo de ciertas ideas sobre otras. No es un tema de ideas ni opiniones, sino de condicionamientos emocionales y discernimiento consciente. Esas sombras son un trauma en el alma de la nuestra sociedad y, en ese sentido, comprometen a una transformación emocional colectiva, conducen a una crisis espiritual en el corazón de nuestra comunidad, convocan a una sanación de la memoria de nuestra entidad nacional compartida.

(Continua en “Argentina 2017 (III): Novedades, miedos y prejuicios”).


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1 comentario:

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