lunes, 1 de febrero de 2016

Kepler, Johannes


Kepler, Johannes 

Kepler, Johannes, destacado matemático, astrónomo y astrólogo; nacido el 17 de diciembre de 1571 (CJ), a las 14h30 LT en Weil der Stadt (Alemania); fallecido el 15 de noviembre de 1630 (CG) en Regensburg. 

Johannes Kepler fue una de las figuras más importantes de la época de la irrupción de las ciencias en los inicios de la Edad Moderna. En su especialidad, la astronomía, este proceso ya se había iniciado esencialmente con Copérnico que, con su nuevo modelo del movimiento de los planetas, había sacudido el concepto escolástico del mundo que se tenía hasta la fecha y que mantenía que la Tierra era el centro del universo. 


Johannes Kepler Kepler vivió en la época en la que la lucha contra el modelo heliocéntrico (planetas girando alrededor del Sol) alcanzó su punto más álgido. Fue él quién pudo demostrar que los planetas giraban en órbitas elípticas alrededor del Sol. Sus tres leyes de las órbitas planetarias constituyeron una base matemática fiable para el cálculo de las órbitas de los planetas. El hecho de que hoy nuestros ordenadores nos proporcionen horóscopos en segundos y que los telescopios de los astrónomos que observan el cielo puedan orientarse hacia el objeto deseado, debe agradecerse ante todo a Kepler, sin cuyas aportaciones no habrían podido producirse las posteriores ampliaciones (p.e. la ley de gravitación de Newton) y precisiones (p.e. teoría de la perturbación). 

El trabajo científico de Kepler se basó en dos pilares esenciales. El principal impulso se debió a Copérnico, con su revolucionario modelo de explicación del movimiento de los planetas del sistema solar. El otro pilar fundamental fue el riguroso trabajo de observación de su antecesor en la corte de Rudolph II en Praga: el astrónomo danés Tycho Brahe. Brahe había observado durante años las posiciones y la luminosidad diaria de Marte y lo había documentado detalladamente. 

Tycho Brahe no consiguió formular ninguna conclusión científica de su voluminoso trabajo. En cambio, a partir de estos datos, Kepler consiguió determinar la órbita de Marte. Y con mediciones propias del resto de planetas, finalmente elaboró las leyes de los planetas. 

Pero Kepler fue también un eminente astrólogo. Por ejemplo, en su sistema de cuerpos ptolemaicos, además de los aspectos clásicos (conjunción, oposición, sextil, cuadratura, trígono y sesquicuadratura), propuso dos aspectos nuevos: el quintil (72º) y el biquintil (144º). En cambio, no empleó otros aspectos clásicos, ya propuestos por Ptolomeo: el semisextil (30º) y el quincuncio (150º). Con sus argumentos, estos aspectos tampoco podían sostenerse. 


Curiosamente, en casi todas las biografías de Kepler se falta a la verdad en lo referente al tema de la astrología, bien sea ocultando el hecho de que Kepler practicó la astrología o bien intentando matizarlo para dar la impresión de que sólo había trabajado con horóscopos y predicciones de manera puntual y de mala gana porque permanentemente andaba mal de dinero. 

Que atravesó dificultades económicas muy a menudo es cierto, pero ésa era la situación de la mayoría de científicos de su época puesto que dependían de mecenas nobles o clérigos. De forma oficial, en esa época no existían institutos estatales de investigación. Por eso, en esa época, se producía el hecho de que las profesiones de matemático, astrónomo y frecuentemente también la de médico se consideraran conjuntamente con la de astrólogo como una sola profesión y fueran ejercidas por una misma persona. 

Kepler aparece como una figura realmente discrepante pues tuvo que mantener una lucha en dos frentes: como científico tuvo que luchar contra los oponentes eclesiásticos-escloásticos por el nuevo concepto del mundo. Kepler provenía y vivía en un entorno protestante y por suerte no fue atacado por Roma (a diferencia de Galileo Galilei, que era católico y sufrió penosamente bajo el veredicto de la iglesia por sus descubrimientos (p.e. las lunas de Júpiter). O su antecesor Copérnico, un canónigo que tuvo que esperar a publicar sus conocimientos hasta el final de su vida para evitar estar en una situación de apuros (publicación póstuma, 1543). 

Por otra parte, tuvo que enfrentarse al punto de vista científico del momento y sus, a menudo, fanáticos representantes. Kepler era astrólogo. Para él se trataba de algo tan evidente y estaba tan convencido, que se tomó el trabajo de defender la astrología en extensos escritos: por ejemplo, en el polémico texto de 160 páginas publicado en 1610: «Advertencia a algunos teólogos, médicos y filósofos.... , que con su rechazo de la superstición astrológica no arrojen al niño con el balde y, de esta forma, sin saberlo, contravengan su profesión». 

De este texto, hasta hoy en día, los adversarios de la astrología han utilizado una cita para librar a Kepler de la grave sospecha de ser un «astrólogo supersticioso»: «... Esta astrología es una hija necia. Pero buen Dios, dónde estaría su madre, la razonable astronomía, si no tuviese esta hija necia» ... «Y de lo contrario, el salario de los matemáticos sería tan parco y tan insignificante que seguramente la madre debería pasar hambre si la hija no ganara nada». Sin embargo, las dos siguientes frases no se citan intencionadamente: «Si en el pasado nadie hubiera sido tan estúpido para tener esperanzas de poder aprender del cielo cosas sobre el futuro, usted, señor astrónomo no habría usted llegado a ser tan inteligente como para pensar que era preciso dar a conocer el curso de los cielos para honor y gloria de Dios. De hecho, no habría usted conocido nada del curso de los cielos ». 



Según el mismo Kepler, su obra más importante es el libro Hamonices Mundi (Las armonías del mundo), en el que pretende proporcionar una imagen sintética del mundo. 

En ella presenta de forma detallada las distintas esferas del concepto del mundo de la época en una imagen global cerrada. Con una gran precisión matemática se sirve de los cuerpos cristalinos geométricos (los denominados cuerpos platónicos) y de armonías musicales y a partir de ellos representa las distancias y las dimensiones del movimiento de los planetas y de ellas deduce los aspectos. Y de forma casi elegíaca, filosofa sobre la esencia interior de las cosas y el efecto del alma del mundo. En este marco, en tres puntos formula las famosas «leyes de Kepler».

Hasta la fecha, las ciencias naturales atribuyen el significado científico y la gloria de Kepler, exclusivamente a estos tres cortos párrafos. El resto de su trabajo ya no se discute. Para ello se utilizan toda clase de argumentos; sin embargo, su obra contiene argumentaciones y aclaraciones esenciales también sobre el fenómeno de la astrología que son un tanto molestas para los académicos. Aunque al abordar el estudio de su obra deba realizarse un cierto esfuerzo para comprender la forma de pensar y de argumentar de la época, el estudio detallado de este libro me- rece la pena para los astrólogos. Por cierto, existen algunas teorías astrológicas modernas de la música, construidas en base al pensamiento de Kepler (Behrent, Custo, Marko, etc.). 

El método astrológico de los armónicos del inglés John Addey tiene también, en última instancia, sus raíces en las argumentaciones de los aspectos de Kepler. 


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