Kepler, Johannes
Kepler, Johannes, destacado
matemático, astrónomo y astrólogo; nacido el 17 de diciembre
de 1571 (CJ), a las 14h30 LT en
Weil der Stadt (Alemania); fallecido
el 15 de noviembre de 1630
(CG) en Regensburg.
Johannes Kepler fue una de las
figuras más importantes de la
época de la irrupción de las ciencias en los inicios de
la Edad Moderna. En su especialidad, la astronomía,
este proceso ya se había iniciado esencialmente con
Copérnico que, con su nuevo modelo del movimiento
de los planetas, había sacudido el concepto escolástico
del mundo que se tenía hasta la fecha y que
mantenía que la Tierra era el centro del universo.
Johannes Kepler
Kepler vivió en la época en la que la lucha contra el
modelo heliocéntrico (planetas girando alrededor del
Sol) alcanzó su punto más álgido. Fue él quién pudo
demostrar que los planetas giraban en órbitas elípticas
alrededor del Sol. Sus tres leyes de las órbitas
planetarias constituyeron una base matemática fiable
para el cálculo de las órbitas de los planetas. El
hecho de que hoy nuestros ordenadores nos proporcionen
horóscopos en segundos y que los telescopios
de los astrónomos que observan el cielo puedan
orientarse hacia el objeto deseado, debe agradecerse
ante todo a Kepler, sin cuyas aportaciones no
habrían podido producirse las posteriores ampliaciones
(p.e. la ley de gravitación de Newton) y precisiones
(p.e. teoría de la perturbación).
El trabajo científico de Kepler se basó en dos pilares
esenciales. El principal impulso se debió a Copérnico,
con su revolucionario modelo de explicación del
movimiento de los planetas del sistema solar. El otro
pilar fundamental fue el riguroso trabajo de observación
de su antecesor en la corte de Rudolph II en
Praga: el astrónomo danés Tycho Brahe. Brahe
había observado durante años las posiciones y la
luminosidad diaria de Marte y lo había documentado
detalladamente.
Tycho Brahe no consiguió formular ninguna conclusión
científica de su voluminoso trabajo. En cambio,
a partir de estos datos, Kepler consiguió determinar
la órbita de Marte. Y con mediciones propias del resto
de planetas, finalmente elaboró las leyes de los
planetas.
Pero Kepler fue también un eminente astrólogo. Por
ejemplo, en su sistema de cuerpos ptolemaicos,
además de los aspectos clásicos (conjunción, oposición,
sextil, cuadratura, trígono y sesquicuadratura),
propuso dos aspectos nuevos: el quintil (72º) y el biquintil
(144º). En cambio, no empleó otros aspectos
clásicos, ya propuestos por Ptolomeo: el semisextil
(30º) y el quincuncio (150º). Con sus argumentos,
estos aspectos tampoco podían sostenerse.
Curiosamente, en casi todas las biografías de Kepler
se falta a la verdad en lo referente al tema de la astrología,
bien sea ocultando el hecho de que Kepler
practicó la astrología o bien intentando matizarlo para
dar la impresión de que sólo había trabajado con
horóscopos y predicciones de manera puntual y de
mala gana porque permanentemente andaba mal de
dinero.
Que atravesó dificultades económicas muy a menudo
es cierto, pero ésa era la situación de la mayoría
de científicos de su época puesto que dependían de
mecenas nobles o clérigos. De forma oficial, en esa
época no existían institutos estatales de investigación.
Por eso, en esa época, se producía el hecho de
que las profesiones de matemático, astrónomo y frecuentemente
también la de médico se consideraran
conjuntamente con la de astrólogo como una sola
profesión y fueran ejercidas por una misma persona.
Kepler aparece como una figura realmente discrepante
pues tuvo que mantener una lucha en dos
frentes: como científico tuvo que luchar contra los
oponentes eclesiásticos-escloásticos por el nuevo
concepto del mundo. Kepler provenía y vivía en un
entorno protestante y por suerte no fue atacado por
Roma (a diferencia de Galileo Galilei, que era católico
y sufrió penosamente bajo el veredicto de la iglesia por sus descubrimientos (p.e. las lunas de Júpiter).
O su antecesor Copérnico, un canónigo que tuvo
que esperar a publicar sus conocimientos hasta el
final de su vida para evitar estar en una situación de
apuros (publicación póstuma, 1543).
Por otra parte, tuvo que enfrentarse al punto de vista
científico del momento y sus, a menudo, fanáticos
representantes. Kepler era astrólogo. Para él se trataba
de algo tan evidente y estaba tan convencido,
que se tomó el trabajo de defender la astrología en
extensos escritos: por ejemplo, en el polémico texto
de 160 páginas publicado en 1610: «Advertencia a
algunos teólogos, médicos y filósofos.... , que con su
rechazo de la superstición astrológica no arrojen al
niño con el balde y, de esta forma, sin saberlo, contravengan
su profesión».
De este texto, hasta hoy en día, los adversarios de la
astrología han utilizado una cita para librar a Kepler
de la grave sospecha de ser un «astrólogo supersticioso»:
«... Esta astrología es una hija necia. Pero
buen Dios, dónde estaría su madre, la razonable astronomía,
si no tuviese esta hija necia» ... «Y de lo
contrario, el salario de los matemáticos sería tan parco
y tan insignificante que seguramente la madre
debería pasar hambre si la hija no ganara nada». Sin
embargo, las dos siguientes frases no se citan intencionadamente:
«Si en el pasado nadie hubiera sido tan estúpido para tener esperanzas de poder aprender del cielo cosas sobre el futuro, usted, señor astrónomo no habría usted llegado a ser tan inteligente como para pensar que era preciso dar a conocer el curso de los cielos para honor y gloria de Dios. De hecho, no habría usted conocido nada del curso de los cielos ».
Según el mismo Kepler, su obra más importante es
el libro Hamonices Mundi (Las armonías del mundo),
en el que pretende proporcionar una imagen sintética
del mundo.
En ella presenta de forma detallada las distintas esferas
del concepto del mundo de la época en una
imagen global cerrada. Con una gran precisión matemática
se sirve de los cuerpos cristalinos geométricos
(los denominados cuerpos platónicos) y de armonías
musicales y a partir de ellos representa las
distancias y las dimensiones del movimiento de los
planetas y de ellas deduce los aspectos. Y de forma
casi elegíaca, filosofa sobre la esencia interior de las
cosas y el efecto del alma del mundo. En este marco,
en tres puntos formula las famosas «leyes de Kepler».
Hasta la fecha, las ciencias naturales atribuyen el
significado científico y la gloria de Kepler, exclusivamente
a estos tres cortos párrafos. El resto de su
trabajo ya no se discute. Para ello se utilizan toda
clase de argumentos; sin embargo, su obra contiene
argumentaciones y aclaraciones esenciales también
sobre el fenómeno de la astrología que son un tanto
molestas para los académicos. Aunque al abordar el
estudio de su obra deba realizarse un cierto esfuerzo
para comprender la forma de pensar y de argumentar
de la época, el estudio detallado de este libro me- rece la pena para los astrólogos. Por cierto, existen algunas teorías astrológicas modernas de la música, construidas en base al pensamiento de Kepler (Behrent, Custo, Marko, etc.).
El método astrológico de los armónicos del inglés John Addey tiene también, en última instancia, sus raíces en las argumentaciones de los aspectos de Kepler.
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