La muerte de Cleopatra por suicidio no neutraliza de modo alguno
el poder de la obra Antonio y Cleopatra como un ejemplo de drama romántico superior.
Cleopatra, como personaje femenino, simboliza la combinación de los elementos del Sol y
Venus en la naturaleza humana. De acuerdo con la representación histórica y la de
Shakespeare, ella estaba dotada perfectamente de atributos de belleza y encanto físicos, de
inteligencia, cultura y pericia: una mujer tan consciente de los poderes internos que siempre
vivió en términos de grandeza. Ella tenía una fortuna enorme - y la usaba sin restricción -.
Tenía gran capacidad para el amor y se entregó al amor con realeza y plenitud. No importa
cuáles fueran sus defectos, no había en su naturaleza nada vil, mezquino, sórdido y vulgar.
Una gran actriz - tal como Katherine Cornell - hubiera proyectado estas cualidades del
carácter y la personalidad en tal forma que el público hubiera experimentado una nueva
electrización de su deseo y aspiración de “vivir pomposamente” - en términos de poder,
riqueza, belleza, cultura, inteligencia y habilidad -. Antes que continuar viviendo bajo la
ignorancia de la captura y la degradación, Cleopatra prefirió terminar su vida por sus
propias manos, de ese modo simbolizó AQUELLO en la naturaleza humana que desea
aprender a vivir en términos de dignidad y estimación propias. Algunos de nosotros nos
arrastramos de cuando en cuando por el miedo o sentimientos de inferioridad; pero eso no
nos gusta y tarde o temprano nos rebelamos contra el negativo interno. La “Cleopatra en
nosotros” simboliza nuestro desdén hacia lo mezquino y vil; “ella” es aquello en nosotros
que nos hace anhelar la experiencia vivida, afrontada y cumplida con valor y confianza en
nuestras habilidades. Todos tenemos talentos, ambiciones, aspiraciones y anhelos; la
vibración del Sol - como regente del signo real Leo - es lo que usamos como poder de
propia determinación confundido por las degradaciones de los “sentimientos y
pensamientos mezquinos”.
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del libro " Estudios de Astrología VII ", de Elman Bacher
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