Agrippa de Nettesheim
Agrippa de Nettesheim (el
nombre se deriva del latín Colonia
Agrippina = Colonia/D);
de nombre civil Heinrich Cornelius,
nacido el 15 de setiembre
de 1486 CJ, */ 02h56
HG en Colonia y fallecido el
18 de febrero de 1535 en
Grenoble/F.
Filósofo neoplatónico y ocultista extraordinariamente
culto que intentó incorporar en su amplia obra todo el
saber y el conocimento de su época (Renacimiento/reforma)
en una imagen global.
En su primer trabajo De occulta philosophia – una de
las obras más citadas en astrología – que publicó a
la edad de 24 años, presenta de forma clara su concepto
del mundo, basado en los pilares de la triplicidad
y de la cuatriplicidad de la filosofía hermética.
Divide el universo en tres mundos, el mundo elemental,
el mundo celeste y el mundo divino, cuya simetría
en el ámbito humano corresponde a la trinidad cuerpo,
alma y espíritu. En todos los niveles están activas
las cuatro fuerzas de formación de los elementos
(fuego, tierra, aire y agua) y ante-puesta a ellas está
una quinta esencia, mediadora y creadora – «la quintaesencia»,
cuyo efecto aparece como fuerza vegetativa
en las plantas, como impulso y sensación en
los animales y como razón en el ser humano.
Atribuye un significado muy importante a la magia
(«su manejo abre el camino hacia Dios») y plantea la
existencia de tres magias que corresponden a cada
uno de los tres mundos: la natural, la sidérea y la divina.
Su segundo libro Filosofía oculta está dedicado a la
magia sidérea (es decir a la astrología). De acuerdo
con el espíritu de su época, que aplicaba en todas
las «artes» (ciencias) el principio de la analogía, este
libro es una completa representación de todas las
analogías que tienen el «sello» (los principios astrológicos)
en los cuatro reinos de la naturaleza, el mineral,
el vegetal, el animal y el humano.
Agrippa llevó una vida muy inestable. Entre otras
profesiones, ejerció como médico, jurista, diplomático,
filósofo y oficial imperial; ocupaciones en las que
tuvo una suerte cambiante. Probablemente esta vida
le hizo resignarse, pues su última obra (tenía sólo 49
años) está notablemente impregnada de escepticismo.
En un texto que trata de la «vanidad e inseguridad
de las ciencias» juzga sin miramientos y con rigor científico las disciplinas espirituales de su época
como la filosofía, la teología, la astrología y la magia,
así como sus propios primeros trabajos.
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